Despedida

405 50 0
                                    



Despedida





Severus sintió que el tiempo que le llevó llegar hasta Harry fue eterno. Maldijo su suerte, se había demorado tanto en Hogwarts pero no pudo separarse de ahí hasta que el último niño herido fue atendido, tanto en la enfermería del colegio como en San Mungo, trasladados de acuerdo a la gravedad de sus heridas.


Por fin llegó hasta donde Harry yacía en la acera, y con lágrimas en los ojos le sujetó sobre su regazo sin importarle empaparse de sangre.


— ¡Harry, por favor... háblame! —suplicó aterrado.


Por un instante Harry abrió los ojos y sonrió a pesar del dolor.


— Renuncié a la Academia. —le dijo dificultosamente por la sangre que lo ahogaba—. Quería irme contigo... pero creo... creo que no podré.

— ¡No digas eso, claro que nos iremos, nos vamos juntos!


Harry ya no pudo responder, se desmayó en brazos de Snape. En ese momento llegaron junto a ellos un par de compañeros de Harry quienes lograron mirar todo a lo lejos.


— ¡Hay que llevarlo a San Mungo de inmediato! —apremió uno.


Severus sabía que así tenía que ser, pero la cabeza parecía haber dejado de funcionarle ante la desesperación. El joven Auror, amigo de Harry, sacó de su chaqueta una pequeña pelota roja que colocó sobre las manos de Severus.


— Es un traslador que tenemos programado para estas emergencias. —le informó—. Les llevará directamente al hospital, mis compañeros ya están notificando para que lo atiendan sin pérdida de tiempo.


Severus asintió, sujetó la pelotita en silencio y en un segundo ya se encontraba siendo recibido en San Mungo. Media docena de medimagos le apartaron para dedicarse a salvar la vida de Harry Potter.

0o0o0o0o0o0



Una semana Severus la vivió en un real infierno, sin saber si Harry viviría o no, pero con la plena convicción de que sin él, seguiría sus pasos, no sin antes buscar a Ruby por cielo, mar y tierra, hasta matarla.


Finalmente llegaron las buenas noticias. Harry despertó aumentando las posibilidades de recuperación, se miraron sin decir palabra, no era necesario, en sus ojos encontraban el consuelo necesitado.


En todo ese tiempo, Severus no se apartó de su lado, recuperó el alma y la alegría de vivir al verlo recuperarse poco a poco, y cada que se quedaban solos aprovechaban para tomarse de la mano.


— El medimago dice que no le sorprende verte recuperándote tan pronto, cualquier otro no la hubiera librado. —dijo Severus enorgulleciéndose de su pareja—. Asegura que si todo va bien, puede darte de alta en un par de días.

— Eso es genial, no me gusta estar en calidad de paciente.

— Volveremos a casa y te cuidaré hasta que sea momento de partir a Alemania.

— Debo despedirme de los Weasley, no les he dicho que me iré contigo.

— ¿Eso quiere decir que les diremos también lo nuestro?


Harry guardó silencio, sus ojos se humedecieron de angustia.


— No puedo, Severus, ellos no soportarían que les dijera que me olvidé de Ginny.

— Harry, sé que te dije que aceptaría tus decisiones, pero he tenido que mentir tanto para que me permitieran quedarme a tu lado en el hospital, ansiaba callarlos diciéndoles que tengo derecho a estar contigo, que te amo y no pueden impedirme cuidarte.

— Yo también te amo, Severus, con todas mis fuerzas... pero los Weasley, son como mi familia, me dolería mucho lastimarlos... y Ron, él quería tanto a Ginny, fue el más feliz cuando empezamos de novios, va a pensar que la engañábamos. Me odiará.


Un bufido incrédulo los sobresaltó, Severus hizo a un lado la cortina que les daba privacidad sorprendiendo a Draco Malfoy con el ceño fruncido.


— ¿Draco... qué haces aquí? —preguntó Severus, él y Harry palideciendo casi seguros de que había alcanzado a escucharlos.

— Sirius y yo llegamos hace unos momentos de Suecia para visitar al enfermo, él ahora está discutiendo con los medimagos sobre la atención que asegura se puede mejorar para Potter.


Draco permitió que Harry y Severus continuaran en silencio, temblando expectantes, sin atreverse a hacer ninguna pregunta, pero la mirada esquiva de Harry era lo suficientemente divertida como para prolongar un poco el incómodo momento.


— ¿Qué tanto tiempo tenías tras la cortina? —interrogó Severus colocándose protector junto a la cama.

— Acababa de llegar. —dijo brindándoles un segundo de esperanza antes de continuar—. Pero oí lo necesario, y no tienen porqué disimular, ya me imaginaba que algo así estaba pasando entre ustedes.

— ¿Qué? ¿Cómo podías siquiera imaginarlo?


Draco suspiró resignado a tener que ser él quien les abriera los ojos, se sentó sobre la cama de Harry sin dejar de disfrutar por su sonrojo.


— No tienes porqué temer por Weasley, incluso creo que fue el primero en sospecharlo.

— ¿Ron... sabe? —jadeó Harry alarmado.

— ¿Acaso nunca sospechaste porqué la comadreja te envió a Suecia? Quería que te dieras cuenta que una relación entre hombres puede ser, además de normal, intensamente satisfactoria. Incluso fue él quien nos sugirió a Sirius y a mí que cuando viniésemos a invitarlos a la boda, no nos hospedáramos en un hotel, si no con ustedes.

— ¿Ron hizo eso?

— Será mejor que se quiten los miedos y hablen. Probablemente sí sea una sorpresa para el resto de los Weasley, y para Sirius... pero no te recomiendo la clandestinidad, si estás seguro de lo que sientes, ambos merecen vivir y amarse a plena luz.


Harry exhaló el aire de sus pulmones, nunca pensó que Ron sería de los primeros en enterarse y que aún no le hubiera dado un puñetazo en la nariz. Recordó que un día le había preguntado si Snape le gustaba pero siempre estuvo convencido de que era una broma o quizá así lo quiso pensar por el miedo ante la posibilidad de que estuviese tendiéndole una trampa para atraparlo en el engaño. Se sintió terriblemente mal por desconfiar de su gran amigo, pero eso no remediaba el hecho de que temblara de miedo con solo pensar en sincerarse con él.


Sintió a Severus sujetándole la mano, apoyándolo en cualquier decisión que tomara. Su primer instinto fue retirarla al no estar a solas, pero no lo hizo, envolvió sus dedos entre los del profesor sin importar que Draco los mirara.


Era el primer paso.

Atrévete a amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora