Amor diferente

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Amor diferente




Sirius se mostró inmensamente feliz cuando su ahijado apareció en su casa con la intención de pasar una temporada con él. Le sostuvo en brazos, le giró en el aire, rió feliz al verlo reponerse de la fatal pérdida.


Draco no fue tan efusivo, un simple "Hola" y un apretón de manos fue suficiente, nunca fueron amigos y el hecho de que ahora él fuese pareja del padrino de Harry no cambiaba mucho las cosas, su relación era cordial, simplemente así.


— ¡No sabes la alegría que siento de verte! Te prepararé algo de comer de inmediato. —ofreció Sirius arrastrando a Harry a la cocina—. Te noto más delgado.

— Últimamente el apetito no es lo mío.

— Ya veo, deja que me tope con ese Snape y le reclamaré por no cuidar bien de ti.

— Ya no vivo con él. —confesó bajando la mirada.

— ¿Por fin te diste cuenta de lo aburrido que es?

— Severus no es aburrido, pero prefiero estar ahora en La Madriguera.


Sirius calló, no consideró una buena idea que Harry se recluyera en un sitio donde los recuerdos no le dejarían avanzar pero no lo dijo. Después de todo, ahora estaba ahí con él y personalmente se encargaría de alegrarle la vida.


— Me tomaré unos días en mi trabajo para que salgamos a pasear, y Draco también puede hacerlo.

— No, no puedo. —se negó el rubio fríamente—. Y dudo mucho que Potter pretenda que interrumpamos nuestras vidas por su presencia.

— No, claro que no. —dijo Harry—. Puedo hacerme cargo de mí mismo, Sirius, no te preocupes.

— De todos modos me deben unas vacaciones en El Ministerio de Estocolmo y...

— Dijimos que pediríamos nuestras vacaciones juntos. —interrumpió Draco—. No se te olvide el viaje que planeamos.

— ¿Harry, nos disculpas un momento?


Sirius salió de la cocina y Draco fue tras de él, ninguno de los dos lucía feliz y eso apenó a Harry, apenas había llegado y parecía que ya había provocado problemas.


— ¡Es mi ahijado, no lo dejaré solo! —se quejó Sirius molesto por la actitud de Draco.

— ¡Un ahijado que se presenta aquí sin avisar y pretendes cambiar todos nuestros planes por su causa!

— Eres un insensible egoísta, acaba de perder a su prometida, necesita distraerse.

— ¿Egoísta yo? No recuerdo haberlo visto feliz cuando anunciamos nuestra relación, Sirius, poco le faltó para unirse al coro que nos recriminaba por el apellido en común y toda esa sarta de prejuicios idiotas.

— Harry nunca dijo nada.

— Tampoco lo vi alzando la voz para apoyarnos y ahora que vivimos alejados de todos ellos, viene acá y nos arruina nuestros planes.


Harry podía escucharlos con claridad y tenía que darle la razón a Draco. Cuando se enteró de esa relación la consideró una equivocación, no solamente se trataba de una pareja de hombres, sino que compartían lazos sanguíneos y además había una diferencia de edad muy notable... como la que compartía con Severus. Antes lo consideró demasiado contrastante para que pudiese funcionar, pero ahora se sentía hipócrita por estimarlo una nimiedad cuando antes le parecía insondable.


— Quizá deba quedarme en un hotel. —propuso atreviéndose a interrumpirlos.

— Nada de eso. —aseguró Sirius con una sonrisa—. Tenemos una habitación para invitados que pretendo estrenar contigo.


Sirius se llevó a Harry hasta la mencionada habitación mientras que atrás Draco no se molestaba en estrellar puertas con coraje.


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Sirius cumplió su palabra, se tomó las vacaciones prometidas y pasó todo el día con Harry mostrándole la ciudad, eso tenía al ojiverde bastante preocupado temiendo que los problemas con Draco aumentaran.


Sin embargo, esa noche después de bañarse y salir de su habitación para cenar con Sirius, lo encontró en la sala besándose apasionadamente con su pareja.


No pudo evitar permanecer a escondidas, mirándoles en silencio. Ambos se reían bajito, entre beso y beso, no parecían los mismos que viera discutiendo esa mañana. Pero también gemían, y eso le aceleró el corazón, los nervios por ser descubierto se apoderaron de él y al intentar retroceder tiró un jarrón de porcelana que se estrelló en el piso.


Ambos amantes interrumpieron sus caricias para voltear a mirar al sonrojado huésped que se apresuraba a recoger los trozos con sus propias manos.


— ¡Lo siento, se los pagaré, lo prometo! —aseguró angustiado.

— Por supuesto que te pasaré la cuenta, Potter. —dijo Draco—. Ese jarrón perteneció a los Malfoy por cinco generaciones.

— Oh Dios... lo siento tanto.

— Draco bromea. —se apresuró a aclarar Sirius sacando su varita para limpiar rápidamente el desastre—. En realidad lo conseguimos en un tianguis.


Para sorpresa de Harry, Draco estalló en carcajadas, nunca le había visto tan feliz como en ese momento.


— Creo que debo disculparme por mi conducta de esta mañana. —dijo el rubio—. Estaba un poco estresado pero te aseguro que eres bienvenido, Potter.

— Ah... gracias.

— Además, si sigues así, pronto Sirius tendrá que pagar la remodelación de la casa... todos salimos ganando.


Sirius y Draco rieron antes de abrazarse e instintivamente Harry esquivó la mirada. Quería verlos, pero se prohibió hacerlo, no podía ser decente disfrutar al mirarlos besarse de esa forma.


Atrévete a amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora