Compromiso e invitación

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Compromiso e invitación





Un poco más tarde, durante el partido Harry disfrutaba al ver a su novia saltar emocionada con las anotaciones de su equipo predilecto. Ella estaba en trámite para conseguir firmar un contrato profesional con otro equipo de Quidditch y eso la mantenía exultante de alegría, cada fin de semana Harry la ayudaba a entrenar para que pudiera entrar sin problemas.


— Esto está genial. —suspiró Ginny dejándose caer en el asiento cuando se hizo una pausa en el juego—. Pero por más que se pongan de acuerdo, los Bisontes no tienen salida, ¿viste al capitán de los Hipogrifos azules? Ha hecho más puntos él solo que todo el equipo contrario juntos ¡es sensacional!... ¿Tendrá novia?

— Si la tiene no creo que sea más parlanchina que la mía. —dijo Harry sentándose a su lado—. ¿O buscas alguna oportunidad?

— Pero por supuesto, tengo que contribuir a los cotilleos, últimamente ya casi no salgo en las revistas llamándome arribista y ambiciosa.

— Siento mucho que tengas que pasar por eso.

— Esa no es una buena respuesta, Harry Potter, tienes que darme un brazalete de diamantes ¿o qué pasará con mi fama?


Harry sonrió a medias. No le gustaba nada que la gente se diera a habladurías sobre Ginny, durante mucho tiempo intentó acallarlas pero sin buenos resultados y eso lo mantenía angustiado, a nadie podía satisfacerle que siempre que se refirieran a la mujer que amaba lo hicieran con insultos, por más velados que a veces fueran.


Ginny notó su congoja y se acercó más, dejó de jugar para acariciarle la mejilla con cariño.


— ¿Sabes que la única persona que me importa que sepa que te amo eres tú, verdad que lo sabes?


Harry asintió y su sonrisa se suavizó con más sinceridad, estuvo a punto de volver a besarla pero el juego había reanudado y Ginny se levantó gritando emocionada. No le quedó más remedio que sonreír, le gustaba tan atrabancada como era.


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Esa noche, como cada vez que tenían oportunidad, Ginny durmió en la habitación de Harry convirtiendo esa pequeña pieza de soltero en un pedazo de cielo para ellos. Se amaron con locura, olvidándose de todos, del mundo que cuestionaba la sinceridad en su relación, de las calumnias hacia una chica que sólo estaba realizando su amor imposible.


Ella fue la primera en abrir los ojos y de inmediato sonrió al sentirse abrazada posesivamente por el joven más maravilloso que había conocido en su vida. Le costó mucho armarse de ganas para salir de ese cómodo lugar pero el sol ya estaba empezando a salir. Se vistió con una de las camisas de Harry y bajó a la cocina.


Odiaba cocinar, pero al hacerlo para Harry esa pequeña aberración se convertía en un placer inmenso, aunque sólo fuera capaz de embarrar un poco de mantequilla en pan y exprimir un par de naranjas.


Su madre brincaría de gusto si se animara a pedirle que le enseñara a cocinar, y pensaba hacerlo algún día... aunque aún le daba repelús usar un mandil.


Sonrió al encontrarse a Snape en la cocina, ambos ya estaban acostumbrados a encontrarse en las mañanas y se saludaron cortésmente.


— Supongo que Potter continúa dormido. —dijo el Profesor mientras preparaba un poco de café para él.

— No se equivoca nunca, Profesor, pero ya no demora en despertar. —respondió Ginny mientras se alargaba para alcanzar la alacena donde guardaban el pan para tostar, y de inmediato Severus se apresuró a ayudarla, siendo más alto le era más fácil. Ginny le sonrió agradecida para enseguida colocarlo en la tostadora mientras con sus propias manos hacía el jugo para Harry—. ¿Quiere que le prepare algo a usted? Un café no es demasiado nutritivo.

— Lo serían menos unos huevos quemados.


Ginny no se ofendió en lo absoluto, no era más que la verdad, pero se encaramó en la barra para sacar el pan de la tostadora y poner un poco más. Luego se hartó de exprimir naranjas y usó su varita para sacarles el jugo sin dificultad.


— ¿Cómo estuvo el partido? —preguntó Snape. Aunque él y Ginny continuaban hablándose como si continuaran siendo Profesor y alumna, sentía una especial simpatía por ella, sobre todo al ver lo feliz que hacía a Harry.

— Genial. —respondió emocionada—. Ganaron los hipogrifos azules, y por lo tanto creo que tienen muchas posibilidades de hacerse de la copa del torneo.

— ¿Y a usted cómo le va? ¿Ya firmó contrato para las arpías?

— Aún no. —dijo estremeciéndose de emoción—. Pero la próxima semana tengo una entrevista con su capitán, quiere verme en acción y me dará oportunidad de jugar en uno de sus entrenamientos.

— Supongo que Potter estará orgulloso de usted.

— Está más nervioso, eso sí, pero sé que lo conseguiré y atraparé la snitch para él.


Ginny terminó de untar la mantequilla y colocó un par de panes sobre un plato que extendió hacia el Profesor y el resto lo puso en la bandeja para Harry. Salió de la cocina sin dar tiempo a que el hombre protestara.


Severus sólo sonrió para sí mismo mientras comía su pan tostado. Lo tenía claro, aunque Ginny era pésima en la cocina, Harry tenía mucha suerte de tenerla a su lado.


Atrévete a amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora