Capítulo 18.1: Como gatos y ratones

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—¿Kai? —dijo Kyung-soo. Su mano estaba siendo sostenida con fuerza y la expresión fría de Jongin le provocaba escalofríos. ¿Qué quiere hacer? ¿Por qué se ve tan enfadado?

Tragó con fuerza cuando fue empujado en el asiento del copiloto y miró nervioso cómo Jongin rodeaba el auto para entrar.

Esperó a que Jongin hablase, pero el hombre solo arrancó el coche y condujo fuera de la mansión en silencio. No queriendo molestarlo, Kyung-soo mantuvo la boca
cerrada evitando observar los ojos de Jongin que lo miraban por el retrovisor de vez en cuando.

En 30 minutos, llegaron al centro de la ciudad y Jongin detuvo el auto frente a un edificio discreto en una zona no muy frecuentada. Kyung-soo observó cómo Jongin bajaba del vehículo y le abrió la puerta.

—¿Dónde estamos? —preguntó.

—Sal.

La simple respuesta de Jongin no era extraña en lo absoluto, sin embargo, la forma íntima en la que agarró su brazo y tiró de él hizo de Soo un pensador simple.

Como un títere, se dejó llevar por el hombre hacia el interior del edificio y solo cuando llegaron a la recepción se dio cuenta qué era ese lugar.

La alfombra roja e iluminación moderada, varios paquetes de condones ubicados sobre el mostrador, así como lubricante y objetos obscenos para utilizar dentro de los dormitorios, un enorme cartel donde se leían los precios de cada habitación. ¡Esto era un motel!

Enrojeciendo de vergüenza, Kyung-soo observó cómo Jongin hablaba con el recepcionista y alquilaba una habitación por dos horas.

—Kai...esto es... —retrocedió varios pasos, pero la mano que lo sostenía le
impidió ir más allá y Jongin negó con la cabeza.

—Quédate quieto.

Volviendo la atención al mostrador, agarró un par de condones y una botella de lubricante. Como si se acordase de algo importante, se giró a Soo y le preguntó.

—¿Activo o pasivo?

El rostro de Kyung-soo no podía estar más rojo. Agitado, comenzó a tartamudear en un idioma misterioso.

Jongin sonrió divertido y luego de tomar la llave de la habitación, atrajo al hombre y caminó hasta el final de un pasillo. Subiendo las escaleras, Jongin habló:

—¿Desde hace cuánto nos conocemos?

Escuchando su pregunta, Soo volvió en si.

—Hace...¿dos años? —respondió extrañado.

—Dos años y cuatro meses —dijo Jongin.

Pronto llegaron frente a la habitación 24 y Jongin abrió la puerta, dejando pasar a Kyung-soo antes de cerrar y tirar las llaves a una esquina de la habitación.—¿Por qué...?

Sin darle tiempo a preguntar, Jongin empujó a Kyung-soo sobre la cama y se sentó a horcajadas sobre su abdomen, provocando un quejido por parte del hombre.

—Nos conocemos desde hace tanto. Y sin embargo, aquí estamos. Reproduciendo la persecución de un gato y un ratón cada vez que sientes que no eres lo suficiente para mi. Mi paciencia ha llegado a su límite, Soo. Así que te aconsejo que me digas muy bien lo que quieres, porque esta vez no te voy a dejar ir hasta que sueltes todo lo que tengas que decirme —dijo mientras se quitaba su camisa, dejando a la vista su trabajado tórax. Kyung-soo observó esto con ojos bien abiertos.

—Y-Yo no sé de que...

—Te lo pondré simple —bajó su cabeza hasta que sus labios quedaron sobre los de Soo, rozándolos con cada palabra pronunciada—. Si tengo que follarte una y otra vez para que así seas capaz de aceptar y confesarme tus sentimientos, que así sea.

¡Esposo, tu esposa necesita un castigo! [Chanbaek] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora