"Haz muerto 5 veces, Yuno... 5 veces, y de todas ellas... Tú sigues aquí."
"¿Qué harás cuando tus pies no puedan salvarte?"
"Y lo ví. El hombre humano que no era humano en absoluto; Él... El que me llevará al infierno."
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-Muchas gracias, caballero Klaus. Es un día... De suma importancia.-Mencioné, vacilante.
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-¡Y claro que lo es! Espero con ansias su coronación; escuché que será dentro de unas semanas.- Exclamó con alegría.- ¡Estoy seguro que será un soberano muy exitoso!
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-Eso... Espero.- Y más que esperarlo, lo anhelo.
Nos detuvimos en puerta imponente frente a nosotros, al final del pasillo siendo custodiada por dos caballeros en cada extremo, la gran puerta se abrió de par en par recibiendo nos con un olor similar al de una capilla.
El sol que entraba por los ventanales gigantes y majestuosos de repente se encontró más cálido que la imagen que escondían esas puertas. El frío y el silencio, a pesar del significado de su aroma era contrastante. De allí salieron dos hombres.
-Bienvenido, príncipe.- Dijo el menor de los dos.- Le aseguro que está en buenas manos.
-Buenas tardes, señor Faust. Damnatio.
Damnatio asintió, esa era su manera de saludar.
-¿Que tal si empezamos? Tengo algunos compromisos que atender. Será más rápido y menos incómodo; para mí, claro.
-Insolente.-Murmuró damnatio.
No quería entrar. No quería, quería correr de allí. "¿Podríamos evitar esto?" Intente decir pero esas palabras se quedaron en mi garganta... Cómo siempre.
-Entremos entonces, su majestad.
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La puerta soltó un chillido al cerrarse que resonó por toda la habitación. Pronto solo habíamos tres personas dentro.
-Puede pasar al centro.
Asentí y de inmediato el señor Faust me dio otra sonrisa característica de él.
-Le veo tímido. No se preocupe, estoy al tanto de su situación.-Rodeó el gran círculo central en donde me encontraba y subió por los pequeños escalones. Se acercó a mi y me entrego una navaja.- Ahora, necesito que haga lo que le indiqué en la carta. Si no lo recuerda, puedo instruirlo.
