𝐓𝐡𝐞 𝐓𝐰𝐨 𝐄𝐦𝐩𝐞𝐫𝐨𝐫𝐬. (𝘣𝘭𝘢𝘤𝘬 𝘤𝘭𝘰𝘷𝘦𝘳)

XI

Los pasos turbios y pesados se repetían una y otra vez: el sonido parecía más una caja cayendo que a un Rey <<recién coronado>> caminando con orgullo por su nombramiento.

Digamos que al idiota no le parecía muy dichosa su situación.

-Entiendo que hayas tenido mala noche, pero tu cara se ve muy... Expresiva...- Mencionó el diablo cruzado de brazos.

Yuno lo miró de reojo con el ceño casi llegando a sus pupilas.

-¿Y?- Dijo haciendo una mueca de disgusto.-No estoy para gustarle a la gente.- aseveró.

-Bueno, yo solo decía.- Desvió su mirada roja de los ojos fúricos del humano.- Pero vamos, ¿es necesario que te enojes por eso?

Yuno aceleró el paso. <<¿Es necesario que me enoje por eso?>>. De repente se detuvo y miró sus manos por un segundo dudando de la respuesta que lo convenciera más.

<<Sí, es necesario que lo haga.>>

Yuno no sabía exactamente que estaba sintiendo, pero era evidente que tenía miedo.

Desde ayer siente como una masa negra se le adhiere al cuerpo, desde que vio al Rey sin vida.

-Vamos, Luciérnaga...- Mencionó intentando animarlo.- No puedes permanecer tan nervioso ni tan rígido. El plan va a salir: bien o mal, eso ya depende de satán.

-Olvidas que no creo en satán.

-Ni crees en Dios.- Interrumpió con una sonrisa que fue devuelta al mencionarlo.- No te preocupes, no somos tan interesantes como para que alguno de los dos se empeñe en arruinar el plan o interferir en nuestra vida.

-Eso espero, no confío en los dos entrometidos que tenemos como ''reyes''.

-De cualquier modo no te puedes aparecer con esa cara fúrica frente a tus súbditos.

-Esta cara es para ti, no te preocupes.

Los murmullos ya se escuchaban, la música de los violines y pianos, tan alegre en otras ocasiones era opaca según las circunstancias actuales.

Jamás fuí de grande eventos en los que millones me vieran la cara, prefiero pequeñas reuniones en las que mi paciencia se pone a prueba, pero está vez era definitivo: El baile era inevitable.

-Yuno, te olvidaste de algo.

-¡Es una gran alegría presentar...

-¿De que?

-...Al gran y nuevo soberano del reino!

-De que esta no es tu fiesta.

-¡La gran bienvenida a Su majestad, El rey Yuno!

Las puertas se abrieron dejando escapar nada más que silencio y miradas, nada más que juicios silenciosos que le helarían la sangre a cualquier idiota que quisiera estar ahí.

Entré escondiendo las inmensas ganas de rascar mis palmas para calmar el nerviosismo. La cabeza en alto era nada más el primer número en la lúgubre velada de hoy.

La música entró con delicadeza al tiempo en que empezaron a llegar las familias nobles y reales.

El sin nombre se acercó fingiendo ser un "asqueroso noble" como los denomina él.

Me dedicó una mirada desde abajo, arrodillado, y entre palabras ahogadas, casi insonoras me dijo la ubicación exacta de las personas con quien debía hablar. Y la ubicación de August.