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-¡Feliz pésimo día!- Grito él.


Todavía no se si debería darle un nombre, no le veo cara de nada.

-Deja de alimentar mi pesimismo, prefiero escuchar un "gran día" falso.

-El problema es que si lo digo, vas a bufar y voltearme los ojos y luego me responderás con sarcasmo.

-Dame el gusto de hacerlo.- Dije repitiendo exactamente lo que él dijo.- Como sea, no vas a poder colarte a la primera fila con facilidad.

-¿Por qué no? Me veo como un asqueroso noble.

-Noble o no, ni siquiera estás registrado en este mundo, como humano, obviamente.

-¿Y que sugiere el Rey?- Inquirió ladeando su cabeza.

-Que te mueras, o que te consigas a una mujer noble. Es más fácil la segunda.

Se acercó a mi oído de una forma "seductora".-¿Por qué no la haces tú de mi mujer?~

-Andas coqueto. Me asquea.- Dije con una gran sonrisa.- Me tengo que ir, te veo luego.

Salí del castillo ya vestido, encaminandome hacia los carruajes decorados de la primera celebración.

Es como un desfile de creatividad. Todos los participantes son nobles, pero lo raro es que ningún sirviente tiene derecho a intervenir en la decoración de los carruajes.

Llegué al lugar, y todos me recibieron con una incómoda sonrisa. Yo solo me dediqué a subir y encontrarme con Nozel.

Me quedé mirandolo fijamente, esta vez, llevaba su cabello trenzado por los lados, y no tenía su trenza como fleco. Se veía bien, pero diferente.

-¿Estás bien o por qué me miras de esa manera?

-Es que jamás te había visto sin tu peinado habitual...- El me miró con rareza.- Ya sabes, la trenza...- Dije haciendo una seña con los dedos.

-¿Tienes algún problema con mi peinado?- Molesto.

-No.- Dije rápidamente al ver cómo me fulminaba con la mirada.

Se indignó por que yo noté su cambio. No me imagino como se burlarán de él los demás capitanes.

Todo terminó cuando los carruajes nos anunciaron su partida. Avanzábamos, y los palacios se quedaron atrás siendo reemplazados por filas de personas celebrando mi pasar.

La multitud hoy se veía gozosa y he de asegurar que nadie se quedó en sus casas.

Pasábamos por todas las avenidas "ancestrales", que eran las más viejas y más afectadas por la batalla contra el demonio hace 500 años. Nos parábamos de vez en cuando en lugares de gran vista al bosque, lagos o a la región olvidada y la vista de mi palacio.

Perdí la cuenta de cuantos minutos o horas estuvimos con una sonrisa plasmada y sacudiendo las manos para el público, solo se que me arden como la mierda.

Fue un suplicio para llegar ante el imponente salón real pero finalmente lo logramos.

Cuando el transporte detuvo su marcha, un noble abrió la puerta de este y se extendió un pasillo hecho de magia por los menores de las casas reales.

No quiero bajar, ya me acomodé.

En contra de mi voluntad, bajé la cabeza para pisar con seguridad.

Todo se silenció en cuanto lo hice pero cuando la subí, las ovaciones fueron más fuertes que antes.

Con la cabeza en alto caminé escoltado por Nozel y Fuegoleón.

𝐓𝐡𝐞 𝐓𝐰𝐨 𝐄𝐦𝐩𝐞𝐫𝐨𝐫𝐬. (𝘣𝘭𝘢𝘤𝘬 𝘤𝘭𝘰𝘷𝘦𝘳)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora