Capítulo 24: Festival.

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Semana del reconocido festival del Internado Alemán Centaurea Cyanus, el lunes y martes se hicieron las competencias de deportes, en los que competí, gané.

Creo que es cuestión de suerte.

Hoy, miércoles, es la feria, donde habrá diversos temas de diferentes nacionalidades para que los que no son alemanes, no se sientan excluidos.

Hoy también es la exhibición del club de arte, el profesor eligió mis cuadros y los de algunos otros compañeros para representarnos, es una de las mejores y más esperadas en años, ya que el tema de "El sexo es arte" tiene a todo el mundo intrigado, no sé cómo le hizo el profesor Anger para convencer a los del consejo de profesores, pero fue excelente.

Hasta vienen personas de otros países a ver la exhibición, bueno, eso vi en la página de Instagram del internado.

Veo a todos caminando de un lado a otro, sonriendo y charlando, me alegra mucho ver a las personas felices.

Y hablando de felicidad, camino con el objetivo de buscar a Elba, me dijo que estaría en el puesto de comida japonesa.

Siento mi teléfono vibrar como si fuera a explotar, siempre me llegan muchas notificaciones, pero ahora más que nunca... Se está saliendo de control.

Ha estado así desde que publiqué fotos con Julián y Ariadna, se volvió una puta locura.

—Holaaa Dominik— me dicen tres chicas con voz chillona, me detengo y les doy una sonrisa de boca cerrada.

—Te ofrecemos una excelente calidad de todo tipo de joyería— dice una y luego, habla otra.

—Sabemos que tienes novia y aunque duele porque no somos ninguna de nosotras, se ven lindos juntos.

—Y por eso, creemos que deberías comprar algo de pareja en nuestro puesto— dice la tercera, creo que son de tercer año.

Me convencieron.

Veo absolutamente cada detalle de su puesto, son cosas de plata y oro, muchas están repetidas, pero con diferentes colores.

Ellas no dicen nada, supongo que están esperando a que me decida.

Sigo observando hasta que noto que lo único que no he visto repetido en la sección de parejas son unos brazaletes de oro, uno dice "you are" en diamantes y el otro "my destiny", cuando se unen se forma la frase completa.

Me gusta, Elba es mi destino.

—¿Esto lo ha comprado alguien más?— pregunto y ellas se miran entre sí.

—Es el único que tenemos y nadie ha querido comprarlo porque dicen que no creen en el destino— responde la de cabello negro.

—Yo creo que es porque no están enamorados— dice la más alta.

Yo voy a responder, pero la morena habla.

—O quizás es el precio— dice— esto fue una donación de un empresario que se graduó aquí y ahora vive un matrimonio feliz en Inglaterra.

—Los quiero, pero sepan que si veo a alguien más con esto, van a sufrir— digo con expresión seria, cuando ellas tienen una de susto, sonrío.

Le doy mi tarjeta de crédito a una de ellas.

—¿No quieres saber el precio?— pregunta la pelinegra.

La verdad es que no me importa el precio, además, la tarjeta no tiene límites.

Y mi amor por Elba es más valioso que el oro.

—Cuestan 35.000 dólares cada una— dice otra, entragandome los dos brazaletes en unas cajitas de terciopelo negro, metidas en una bolsita presentable.

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