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—Muy buen trabajo a los equipos, todos presentaron buenos proyectos —dijo la profesora de química en clase—. Pero para su fortuna o desgracia, mi planeación pide otro trabajo, igualmente los equipos serán de tres personas.

Y comenzó a hacer los equipos, hasta que finalmente mencionó a Fyodor.

Dostoyevsky que trabaje con Dazai y Agatha —enunció.

Y siguió nombrando equipos para luego dar las instrucciones de la tarea. Antes de retirarse al final de la clase, la profesora le levantó el pulgar en gesto de que todo iba bien. Le entregó uno de sus trabajos anteriores ya calificado y le susurró:

—¿Si querías estar con él?

Dostoyevsky asintió sonriente.

—Hasta la profesora sabe, ya no lo puedes seguir ocultando —le dijo Nikolai cuando la maestra se retiró.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Qué mate a su novio o algo por el estilo? —contestó el azabache.

En el receso Dazai se acercó a Fyodor, a invitarlo a su casa para hacer la tarea. Mencionó también que ya lo había comentado con Agatha y ella había accedido.

—Lo malo es que van a ir apenas saliendo de la escuela —comentó Sigma—. Si fuera a otra hora te habría ayudado a escoger ropa presentable. Pero tú tranquilo y todo va a salir bien.

Fyodor asintió.

Y así fue, al salir de la escuela Dazai, Agatha y él se dirigían a la casa del castaño. Aunque al parecer, estaba demasiado lejos.

—¿De casualidad no vives en otro país? —dijo Agatha ya cansada—. Si hubieras dicho donde estaba tu casa mejor hubiéramos ido a la mía.

Si gustas regresamos —sonrió irónicamente el castaño.

—¿Todo lo que ya caminamos? Ni de broma.

Hasta que llegaron a la vivienda de Osamu. La casa era muy amplia, pero estaba totalmente sola.

—Mis papás trabajan y llegan hasta muy tarde —fue la explicación que dio Dazai.

Era una exposición, así que terminaron mucho más pronto de las horas que habían calculado.

—Ahora no quiero volver a caminar todo eso —dijo Agatha.

Pueden quedarse más si quieren, tengo juegos de mesa, ¿los traigo? —Cuestionó Osamu.

Agatha asintió.

Eres muy serio Fyodor —dijo la femenina cuando Dazai ya no estaba —. Solo estudias y estudias, ¿por qué eres así?

Sin saber que responder Fyodor se encogió de hombros con una sonrisa tímida.

—Y casi no hablas con nadie más que con Sigma y Nikolai —continuó la chica—. ¿Te da vergüenza o algo así?

—Un poco —respondió el azabache.

—¡Ah, no pasa nada! Nadie del salón te va a golpear o algo así.

Dazai regresó, con una caja enorme llena de juegos. Comenzaron con dominó.

¡Ah, Fyodor siempre gana! —se quejó Agatha—. Comienzo a sospechar que hace trampa.

No es eso —contestó el azabache—. Solo tienes que contar los puntos y ya con eso siempre hay una forma de ganar.

¿Y cómo hago si yo no sé contar ni sumar? —bromeó el castaño.

Ante el comentario Dostoyevsky comenzó a reírse.

Clase A05 [FYOZAI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora