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Al día siguiente, apenas llegó al salón Fyodor no pudo dejar de ver a Dazai. Y no porque el quisiera, si no porque Osamu destacaba sin siquiera esforzarse.

Apenas llevaba un día ahí y ya tenía varios amigos y amigas de ambos grupos.

Hablaba con toda la clase, menos con Fyodor. Pensó que tal vez se debía a su personalidad. Muchas personas creían que era un "amargado sangrón" y "una máquina de estudiar"

Dazai Osamu se cambió de banca para estar cerca de algunos de sus amigos: Ranpo Edogawa y Chuuya Nakahara, quedando así cerca de Fyodor. De cualquier forma, Dostoyevsky no hizo ningún intento por hablar con el chico de las vendas.

—¿Qué haces mirando al horizonte Osamu? —preguntó en clase la profesora de lengua materna.

—Nada profesora, solo le iba a preguntar algo a Fyodor —respondió a la docente.

—De aquí a que le preguntas se acabó la clase.

Dostoyvsky fingió no haber escuchado eso, no pensó que el castaño le hablaría y por alguna razón eso le puso nervioso.

Hasta que sintió unos ligeros toques en el brazo. Volteó a su lado y ahí estaba Dazai, mirándolo fijamente con un libro en la mano.

Fyodor miró su cara. Aparte de tener facciones finas, la tonalidad café del cabello y sus ojos era demasiado similar, si no es que idéntica, lo que hacía su rostro mucho más armónico.

—¿Solo tenemos que hacer el resumen de estas dos páginas? —preguntó el castaño.

—Sí —confirmó Fyodor amablemente.

El resto del día hubo más interacciones así, no demasiadas ni muy relevantes, pero si las suficientes para que el estudiante de cabello azabache estuviera más atento por si alguien le llamaba.

Finalmente llegó la clase favorita de Fyodor: química.

Aunque había un problema muy grande: la profesora avisó que solicitaría un trabajo en equipo.

De inmediato Dostoyevsky se acercó con la docente.

—¿Profesora podría comentarle algo en privado? —pidió.

—Sí, vamos —respondió la profesora levantándose de su asiento.

Y salió del aula, seguida de su estudiante.

—Platícame —dijo la profesora.

—Sí. Le quería pedir si podría hacer usted los equipos y dejarme con personas que si trabajen, porque siempre es muy estresante tener que mover a los demás y hacer casi todo el trabajo yo. No sí se confían porque tengo buenas calificaciones.

—Comprendo, sí. ¿Mas o menos a quien tienes en mente? —fue la respuesta obtenida.

Fyodor fingió que no esperaba aquella pregunta.

—No lo sé —respondió el alumno fingiendo pensar—, quizás a Dazai y a Sigma, porque ellos no se hablan y no se prestarán a distracciones.

Sí, de acuerdo. Tú regresa a clase, yo paso a dirección y ahorita voy.

Dostoyevsky entró al salón con aire triunfante, pero por dentro estaba muy confundido. No sabía porque había querido en su equipo a Dazai si ni siquiera pensaba hablarle. Menos con los rumores que había de él...

Eso y que se había emocionado cuando Osamu le habló era algo muy temible.

La profesora comenzó a formar los equipos, y dejó a Fyodor con las personas que le había pedido.

Al regresar a su casa, el azabache solo estuvo pensando en porque había hecho eso, pero no encontró ninguna explicación lógica.

Al día siguiente, no asistió la profesora.

La coordinadora entró al salón a la hora que debía empezar la clase y enunció:

—La profesora de química no pudo venir hoy, creo que iban a hacer un experimento y me dejó las indicaciones por escrito, pero no son tantas copias, ¿de cuántas personas son los equipos?

Todos contestaron al unísono que eran de tres personas, así que la coordinadora dio la indicación de que dos equipos se juntaran y dio una copia de las indicaciones por equipo.

¿Entonces con que equipo nos unimos? — le preguntó Fyodor a Osamu.

—Con quien tú quieras —respondió Osamu. Él hablaba con un tono muy tranquilo y amable siempre.

Se acercó a ellos otro equipo y decidieron unirse, a criterio de Dostoyevsky eran personas con las que se podría trabajar bien. Era el equipo de Chuuya, Yosano y Ranpo.

—¡Ah hola! Te extrañé —dijo Osamu.

Fyodor se giró al instante para ver a quien le había dicho eso.

Y lo que observó lo hizo quedarse helado.

Miró unos segundos hasta que hizo contacto visual con Osamu y tratando de disimular, le habló a Sigma.

Pero estaba seguro de lo que había visto.

A Osamu abrazando a Chuuya.

Que solo eran amigos fue el primer pensamiento de Dostoyevsky, que trataba de encontrar alguna explicación.

Algo ilógico de sus compañeros de clase es que tenían muy normalizado abrazarse entre amigos cada dos segundos.

"¿Por qué me preocupa esto? Ni siquiera me importa la vida de Dazai" Pensó el azabache.

—Ven Fyodor —dijo Sigma tomándolo de la muñeca y alejándolo del grupo. Cuando ya estuvieron separados dijo—: ¿Qué te pasó? Parecía que estabas viendo algo temible, ¿te sentiste mal por lo de tu anemia otra vez?

—No, no era eso Sigma, muchas gracias por preocuparte —respondió el pelinegro.

Dostoyevsky estaba listo para retirarse, hasta que lo detuvo en seco la pregunta de Sigma:

—¿Acaso fue porque Dazai abrazó a Nakahara?

Inmediatamente Fyodor lo negó. Lo mismo cuando Sigma cuestionó si le gustaba Chuuya.

¿¡Entonces te gusta Dazai!? —se sorprendió Sigma.

—¡No! —contestó Fyodor—. Si ni siquiera lo conozco.

—Pero te ha llamado la atención —concluyó el chico de cabello blanco con una sonrisa gentil—. Pero no lo diré a nadie.

Ya sintiéndose presionado, Dostoyevsky lo aceptó; pero dejando muy claro que no en plan romántico.

Sin embargo, definitivamente el castaño tenía cierto magnetismo extraño. 

Clase A05 [FYOZAI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora