Capítulo 15

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Lucas

- ¿Qué ha sido eso?- me preguntó Liam al ver la reacción de Lola al verme.

- No tengo ni idea.

¿Que no tenía ni idea? Dejad que me ría.

Claro que lo sabía, lo que pasa es que no me apetecía decirle a un padre que me había portado como un gilipollas con su hija. Si yo estuviese en su lugar igual me cortaría un poquito los huevos.

A ver, no creo que lo haga, es Liam pero la vergüenza me pudo. Sí, me avergonzaba de haber sido tan idiota con ella la semana pasada y me arrepiento aún más de no haber ido tras de ella para disculparme. En fin, voy cagada tras cagada.

- No entiendo a esta niña. Nunca ha sido así, no sé qué le pasa - se desahogó mientras recogía sus pinturas.

Fue entonces cuando vi el temblor en sus manos al coger cada tubo de pintura, fruto de su nerviosismo por la desaparición de Lola.

Justo en ese momento me acordé de mi madre y me pregunté cómo habría actuado ella si yo hubiera hecho lo mismo que Lola. ¿Se habría preocupado? ¿Tendría el mismo temblor de manos?. Entonces, un golpe de realidad me salpicó la cara porque comprendí que jamás podría saberlo, que jamás podría preocuparse por mí de la manera en que lo hacía antes.

Me dolía darme cuenta que mi madre se había convertido en un cuerpo sin vida. Podrían pasar mil años de su muerte, pero siempre me dolerá igual, eso seguro.

- Tranquilo, iré a buscarla. - dije para intentar tranquilizarlo.

Asintió con un leve movimiento de cabeza.

- De acuerdo. Aún así la llamaré hasta que me lo coja.

Asentí, pues ¿qué podía hacer?. Era su hija. Yo quizás le habría dejado su tiempo, el suficiente como para que ordenase sus ideas, pero ¿quién era yo para sugerir nada?

Justo cuando estaba a punto de salir por la puerta, él mismo me dijo:

- Coge mi moto, anda- dirigió su mirada hacia el mueble que tenía justo al lado- Las llaves están en el segundo cajón.

Un pequeño temblor se apoderó de mis manos al abrir el cajón y ver esas llaves. ¿Por qué esta casa estaba llena de recuerdos?

Y sí, te preguntarás que por qué esas llaves son un recuerdo. Bien, hace ocho años Lola, mi madre y yo estuvimos dos semanas buscando el regalo perfecto para Liam. Nos costó encontrarlo pero finalmente un día dimos con él: la moto cuyas llaves tenía en la mano.

Mi madre gastó gran parte de sus ahorros en aquel regalo, horas y horas trabajando para esto. Por eso para mí esas llaves tenían tanto valor.

- Venga chico- dijo Liam, sacándome así de mi empane.- Date prisa.

Fue suficiente para espabilarme y correr hacia el garaje para montarme en la moto.

Al salir de casa, distinguí a lo lejos la figura de Lola con su bicicleta y fui hacia ella.

Iba demasiado rápido teniendo en cuenta que yo estaba relativamente lejos. Ni siquiera me pude poner detrás suya porque siempre tenía delante un coche que me impedía cumplir mi objetivo.

Cada vez la perdía más y más de vista y no fue hasta que pasaron casi veinte minutos cuando la perdí de vista definitivamente.

- Me cago en la puta- grité desesperado bajo el casco de la moto.

Decidí bajar de la moto.

Por cada paso que daba me sentía peor. Sabía que ella estaría bien pero sabía que lo que le dije le afectó demasiado, aquí el ejemplo, y eso me hizo sentir fatal. Era despreciable. ¿Cómo pude llegar a eso? Y sobre todo, ¿cómo pude decirle eso a Lola?

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