Capítulo 18

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Lucas

Ya habían pasado dos semanas desde que Lola y yo nos perdonamos y todo había salido bien. No habíamos vuelto a discutir y por fin podía decir orgulloso que me volvía a sentir en casa.

Ni siquiera Liam se enfadó mucho con Lola por salir de casa de la manera en la que lo hizo.

Estaba en mi cuarto, mirándome en el nuevo espejo que Liam me había comprado no hace mucho cuando Lola entró en mi cuarto.

- ¡Lucaaaaaaaaas! ¿Puedo mirar?- preguntó con los ojos cerrados. Era algo que hacía siempre por miedo a verme desnudo o algo así.

- No, estoy haciendo nudismo en mi propia habitación. Ya sabes, me gusta liberar toda la ropa de todas las partes de mi cuerpo.

Lola abrió los ojos para después ponerlos en blanco.

- Eres imbécil, ¿lo sabías?- dijo con una media sonrisa.

- Creo que deberías probar eso del nudismo. Es muy satisfactorio- la piqué.

- Y yo creo que deberías dejar de mirarte en el espejo, ni que fueras Arón Piper- dijo sacándome la lengua, picándome obviamente.

- Auch, eso me ha dolido- dije mientras ponía mi mano en mi pecho con cara de pena.

Ella, empezó a reír de forma tonta mientras ojeaba todos mis dibujos.

- Son buenísimos, Lucas- dijo de pronto, refiriéndose a mis dibujos- Pero este, es precioso.

De pronto, vi que sostenía un retrato de mi madre, uno que decidí hacer para cerrar poco a poco la herida que me había dejado su muerte. Sentí como se formaba un nudo en mi garganta.

- Gracias, supongo- logré decir.

Ahora, tocaba con las yemas de sus dedos las siluetas de las flores que había dibujado alrededor del retrato de mi madre, esas que decidí hacer porque definían a mi madre. Siempre le gustaron.

Noté como Lola se tensaba de pronto y entrecerraba los ojos... ¿Acaso estaba aguantándose las lágrimas?

- Bueno, yo venía aquí a proponerte algo- dijo, soltando cuidadosamente el retrato sobre mi escritorio- ¿Qué te parece venir conmigo y unos amigos a pasar el día en la piscina? 

Ladeé la cabeza mientras entornaba los ojos.

- Venga, no me digas que no- empezó a ponerme morritos con el fin de convencerme pero solo provocó mis risas.

- Lola, tía. Das miedo con esas caras- la piqué.

- Me dan igual mis caras- dijo un poco ofendida- Solo quiero que te vengas, te lo pasarás bien y, además podrás conocer a mis nuevos amigos y ver a los de siempre. Por no hablar de que podrás ver quien ya no se junta conmigo.

Vale, la curiosidad me podía. Era una persona curiosa y Lola lo sabía, por eso había recurrido a esa táctica. Que malo es conocerse...

- Bueno, vale. Acepto- dije sin pensarlo mucho.

- ¡GENIAL!- empezó a gritar como una loca- Gracias, gracias, gracias...

Empezó a darme besos en la mejilla como si le fuese la vida en ello y yo, en defensa propia empecé a provocarle cosquillas. 

De un momento a otro, empezamos a recorrer la habitación huyendo el uno del otro. Fue entonces cuando yo me abalancé sobre ella para hacerle cosquillas. Sin querer, ella perdió el equilibrio y caímos los dos sobre la cama, quedando yo sobre ella.

De repente, los dos teníamos la respiración entrecortada y no podíamos parar de mirarnos a los ojos, aunque no pude evitar mirarle a los labios. Un segundo... ¿qué estaba haciendo? Era como mi hermana. No podía verla de esa forma.

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