xiv.

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— ¡Yang! — llamó Felix desde su asiento a Jeongin quien escribía un par de fórmulas en su libreta. Este volteó rápidamente.

— ¿Mande?

— Ven acá.

El pelinegro asintió un tanto confundido pero con Felix no tenía problema alguno, asi que accedió. Revisó que su profesor aún no llegara de la sala de maestros y se dirigió a Lee.

— ¿Sí?

Felix aclaró su garganta e hizo la seña de que se acercara a él, Jeongin se acercó a su rostro y el de pecas le habló en voz baja: — Hoy saldré con Jisung, pero será un largo rato, para que pongas una excusa o algo así. Creo que mamá comienza a sospechar que no salgo contigo.

Jeongin hizo un mohín y se alejó un poco: — ¿Enserio?

— Sí. No quería que sonara así, pero es la verdad, debemos poner más atención a eso.

— ¿A qué hora quieres que me vaya?

— Cité a Jisung en mi casa a las 8:00 pm. Puedes irte con Mino y regresar cuando tus padres duerman.

Yang casi se ahoga de aguantar una risa: — Se llama Minho.

— Andale, ese tipo... ¿Puedes?

— Mmm... Supongo.

— Bien. Vuelve a tu lugar. Gracias, por cierto.

El menor asintió y regresó a su asiento justo cuando el señor Kim ingresaba a el aula con un café en mano. Se dispuso a terminar de copiar lo que habia en el pizarrón y a analizar un poco lo que le dijo Felix. ¿La señora Lee sospechaba de ellos?

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Jeongin se aseguró de avisarle a Felix por mensaje de que salía de su casa por si acaso.

— ¿Mamá?

La señora Yang lo miró de reojo pero devolvió la vista a su revista de cosméticos: — ¿Qué?

El chico casi logra asustarse por el tono serio que usó ella, preocupante.

— Umm... Saldré un rato. Llevo mis llaves, si quieren cerrar por dentro está bien.

— ¿Con permiso de quien irás?— espetó la mayor de manera brusca sin quitar la mirada de aquella revista.

— Y-Yo... Umh...

— No me importa. Ve a donde sea.

Y sin más se levantó, dejó la revista en el sillón y subió a su habitación.

Bien, eso fue muy extraño.

Sin embargo, Jeongin no quiso mortificarse, técnicamente había conseguido el permiso...

¿No?

Subió a su habitación por dinero y su juego de llaves con el dije de gatito. Guardó su celular en su bolsillo derecho y bajó las escaleras para salir de su hogar. Caminó hacia casa de Minho mentalizándose de que cualquier cosa podría pasar. Según su mayor, su padre no estaba mucho en casa, esperaba que fuera uno de esos días. Caminó un par de minutos más, había aprendido la calle para no tener que volver a vivir la experiencia del extravío. Llegó y pudo notar un silencio pacífico desde afuera. Sonrío y tocó la puerta.

Segundos después, un Minho adormilado abrió la puerta. Poseía unos pantalones de cuadros un poco grandes a pesar de su altura y una playera blanca básica. Su cabellera un tanto despeinada y sus ojos hinchados delataron que posiblemente estaba durmiendo.

— Hola...

— Mhhh... Hola— sonrió Minho bostezando de por medio y tallándose el ojo—. ¿Quieres pasar?

Yang asintió dudoso: — ¿Te desperté?

— Nah, llegaste cuando me levanté— sonrió con los ojos cerrados y sus hoyuelos marcándose.

Lindo.

Cerró la puerta y jaló un poco a Jeongin para subir las escaleras de su casa. Todo estaba apagado por lo que no podia verse mucho, sentía que caería. Al parecer las casas de ambos eran iguales pero la de Minho un poco más pequeña y con una obvia decoración distinta.

Llegaron sin caer al suelo, el mayor abrió la puerta de su habitación y encendió la luz. Recreó la escena donde el de la casa se tiraba en la cama mientras el invitado miraba los alrededores.

Las luz en el techo era realmente blanca lo que le daba a la habitación un aspecto brillante. Habia un poco de ropa regada por el piso, cajetillas de cigarros vacias y botellas de agua. Una silla con ropa acumulada y una linda planta en la ventana.

— Iré a bañarme. Espera aquí.

Minho señaló su cama y tomó su toalla para salir de la habitación. Durante unos minutos, Jeongin se dedicó a ver su celular y explorar las redes sociales, nada interesante en realidad. Su vista se desvió a la puerta cuando esta se abrió y logró ver a un pelinaranja sólo tapado con una toalla blanca alrededor de su cintura.

De inmediato sus orejas se volvieron rojas y se volteó para quedar boca abajo en la misma cama pero evadiendo que a su lado estaba Minho casi desnudo. La risa de el antes mencionado se hizo presente y no pudo evitar gruñir un poco de vergüenza.

— ¿Te gustó lo que viste?— preguntó altanero el mayor, pero no recibió respuesta.

¿Enserio Jeongin se había puesto nervioso por eso?

Soltó otra ruidosa carcajada y se puso la ropa que encontró primero.

— ¿Quieres hacer algo hoy?— preguntó el mayor.

— Pues... No lo sé, en realidad— respondió Jeongin sin quitar los ojos del teléfono en sus manos.

Por unos segundos el sonido de las prendas que Minho se colocaba era lo único que retumbaba por la habitación.

— ¡Lo tengo! Papá tiene un par de botellas extra en la alacena de licorería... ¿Traigo algunas?

Los ojos de Jeongin se dirigieron a los suyos una vez se puso el suéter.

— ¿Estás seguro?

— ¡Por supuesto! No volverá hasta mañana seguro, además, estaremos aquí. No corremos riesgo saliendo a la calle y beber alcohol. No saldremos de mi cuarto.

— Uh... No lo sé. No acostumbro a tomar alcohol...

— ¡Oh! Si tú no quieres no, podemos simplemente ver una serie o algo así— dijo el mayor regalándole una dulce sonrisa mientras se acercaba a la cama y era él quien acariciaba la suave piel de Jeongin.

Ahora que lo pensaba... No estaría mal tomar un poco, no pasaría nada, estaba con Minho y avisó que llegaría tarde a casa.

— ¿Qué tipo de licor tiene tu padre?

     ᥫ᭡ 𝐒𝐓𝐑𝐀𝐖𝐁𝐄𝐑𝐑𝐈𝐄𝐒 & 𝐂𝐈𝐆𝐀𝐑𝐄𝐓𝐓𝐄𝐒 !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora