xx.

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Preciado y pacífico silencio.

Ese silencio que te acompaña y abraza desde primera hora, acurrucándote entre tus pensamientos y te hace reflexionar. Para muchos llega a ser beneficioso, para otros llega a ser estresante. Jeongin en ese momento lo adoraba. Más si estaba acompañado de los brazos de Minho rodeando su cintura mientras respiraba sobre su nuca.

La sensación momentánea de adormecimiento lo golpeó cuando despertó, sin embargo, al instante se sintió protegido al saber que él estaba ahí. Se sentía seguro a su lado, por alguna razón Minho le daba esa sensación de que a su lado nada pasaría.

Se separó un poco del mayor aún entre sábanas y calor corporal. Estiró sus brazos cual bebé en fase de desarrollo y descubrimiento de la satisfactoria sensación de despertar por la mañana y llevar a cabo ese movimiento. Volvió a su antigua posición y tras acomodarse de nuevo bajo las extremidades del contrario, cerró los ojos.

Debido a una pequeña abertura en la ventana de la habitación, el suave viento acarició el rostro de ambos chicos y los hizo pegarse aún más el uno al otro buscando mayor comodidad. La pierna de Jeongin se entrelazaba entre las de Minho mientras su rostro se acunaba en el pecho del más alto.

Era muy cómodo.

Cuando estuvo a punto de volver a caer en un profundo sueño, sintió al pelinaranja removerse y estirarse soltando un pequeño quejido. Abrió nuevamente los ojos para ver a aquel chico que lo enloquecía con tan solo existir. Lo observó unos momentos y sonrió. Minho era tan adorable cuando recién despertaba, sus hinchados ojos, su pelo desordenado y actualmente, esas mejillas espolvoreadas de un sonrojo natural debido al calor que se transmitían ambos cuerpos inconscientemente.

- Hola - dijo el más alto una vez que pudo abrir los ojos.

- Hola - respondió el menor mientras buscaba con la mirada sus pantalones.

Minho se acostó de lado apoyando su cabeza en una mano y viendo a Jeongin levantarse.

- ¿Iremos a trabajar? - ciertamente no sentía muchas ganas de levantarse, se sentía muy bien en donde estaba, así que se dio el lujo de ponerlo en duda.

- Creo que deberíamos. Ya casi es fin de mes - mencionó Minho.

- Cierto...

Los fines de mes eran emocionantes, era cuando recibían su segundo periodo de pago mensual, regularmente al recibirlo contaban el dinero de ambos y la mitad lo metían a una alcancía para ahorrar y poder pagar sus necesidades básicas. El resto lo gastaban en pequeños lujos como ir a tomar algún helado bajo la noche y hablar durante un rato.

Nuevamente miró al menor quien ya se dirigía al clóset para tomar un par de prendas que, cuando salió parcialmente de su hogar, logró llevarse con él. Eran tan básicas como un pantalón de mezclilla y una camisa casual. Una vez el menor se dirigió al baño, el contrario se tiró dramáticamente en la cama.

Resopló y sonrió dejando expuestos sus hoyuelos mientras cerraba los ojos. Había sido una linda noche, pero... Ahora que lo pensaba había olvidado algo importante, lo que lo mantuvo pensando cuando observó a Jeongin quedarse dormido con la respiración agitada que lentamente se hacía lenta.

Vaya estúpido. Jeongin aún no era su pareja.

Era irónico que casi se habían imaginado y creando una vida juntos pero ni siquiera eran novios.

Entonces el pequeño hámster que controlaba sus pensamientos dentro de su cabeza, comenzó a andar tratando de idear el cómo pedírselo. Para su desgracia -o no- tenía muy poca experiencia en el aspecto romántico, peor aún considerando que Jeongin era un chico tan... Inefable. No tenía calidad moral de ponerse vergonzoso cuando era él quien incentivaba al menor a experimentar cosas a su lado, es sólo que... Esto ya era un paso más. Tampoco es como si fuera el mejor organizando cosas, y menos de esa importancia para él.

Jeongin salió y tras asearse él también pasaron su día juntos como cualquier otro. Al final del día acompañó al más bajo a casa y tras un beso de despedida se dirigió a la suya.

Tras sus intentos de idear algo bueno, algo realmente para impresionar a Jeongin, se rompió la cabeza contra sus propios pensamientos. Vivía con el constante pensamiento de no querer decepcionar al menor, de cagarla y alejar a una persona más de su vida para volver a quedarse solo como había estado desde que su madre murió. No estaba dispuesto a alejar a la única persona que amaba y aún seguía viva.

De pronto, la idea más genial que pudo tener pasó por su mente. Sacó su teléfono y de inmediato marcó el teléfono de un conocido que le gustaba considerar como un amigo.

- ¿Sí? ¡Ah, Chan hyung! Es tan bueno escucharlo... Sí, estoy bien. Verá, necesito un consejo suyo.

Por otro lado, en la puerta de la casa de Jeongin se encontraba él buscando sus llaves, totalmente ajeno a la intensa mirada de alguien detrás de la ventana que no transmitía felicidad pura.

Cuando Minho colgó la llamada con su amigo finalmente entró a su casa. Sin embargo, no esperaba ser recibido por el ruido de una botella de vidrio estrellándose contra la puerta a tan solo milímetros de su rostro. Tampoco se esperaba recibir un golpe por parte de su padre justo en su rostro ni sentir su propia sangre caliente rodar por su nariz y la mejilla que Jeongin tantas veces besó.

     ᥫ᭡ 𝐒𝐓𝐑𝐀𝐖𝐁𝐄𝐑𝐑𝐈𝐄𝐒 & 𝐂𝐈𝐆𝐀𝐑𝐄𝐓𝐓𝐄𝐒 !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora