Capítulo 2: Evacuación

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— El truco para usar tu poder es dejarte llevar, aclarar tu mente, sentirte más libre que nunca. Como un pájaro que abre sus alas por primera vez para volar.

— No sé si te estoy entendiendo, Bayu.

Un joven chico de largos cabellos plateados recogidos en una trenza estaba en un bosque cerca del palacio de su madre junto a su hermano, Laín, que en aquél entonces apenas era un niño. Tomó aire y lo soltó, acercándose a él y tomando sus hombros con fuerza.

— Cierra tus ojos, hermanito.- dijo el mayor con una voz calmada. El menor lo hizo, tomando aire de una forma nerviosa.- Dime, ¿qué ves?

— Nada.- contestó obviando la pregunta.

— Exacto.- Bayu rió un poco y se agachó, mirando hacia su hermano con cariño y dulzura.- Quiero que te centres en ese nada y que te imagines a tí mismo en ese lugar. Imagina que eres un pájaro, imagina que tienes que abrir tus alas.

Laín cerró con fuerza sus ojos y abrió sus manos, intentó desenvolverse y liberar sus nervios en aquella nada en la que estaba entrando gracias a los consejos de su hermano Bayu. Pronto logró notar algo en sus manos, ¿calor? Notaba cómo le ardían las manos. Su hermano se levantó con rapidez y se cambió de lugar para verlo mejor, con una sonrisa en su rostro fascinado por la rapidez. Pronto paró y volvió a abrir sus ojos, el poder aún era fuerte para él.

— No puedo.

— ¡Has podido! Por un momento tu magia se desveló. Era magia roja, te pega ese color.- rió el joven guardián.- Estoy muy orgulloso de ti, hermanito.

Laín sonrió y abrazó a su hermano con fuerza. Bayu también le abrazó con afecto y cariño además de que le dió un beso en la frente. Laín no quería separarse de él, sabía que pronto Bayu se tendría que ir y esa idea le perturbaba.

— Pronto te irás a Gaoth.- dijo el pequeño Laín separándose y mirando a su hermano mayor.

— Algún día todos nos iremos a nuestros respectivos reinos, mi querido Laín.- le respondió tomándole la mano.- Pero eso no significa que vayamos a perder el contacto.

— No quiero cuidar de un reino yo solo, hermano.- resopló el vampiro.

— Nadie lo quiere al principio pero…Cada uno tiene que aceptar su destino algún día.- tomó sus mejillas y le volvió a dar un beso en la frente, luego, le miró con una dulce sonrisa.- Prometo venir todos los días a visitaros cuando yo me vaya, ¿sí? - miró al pequeño que asintió con la cabeza con algo de pena, cosa que hizo que Bayu pusiera un rostro algo entristecido.- Ese es mi chico.- respondió dándole un abrazo.- Incluso teniendo diferentes apellidos seremos hermanos, por siempre y para siempre.

“Hermanos por siempre y para siempre” Laín suspiró al recordar esas palabras que una vez su hermano mayor le dijo. A veces se preguntaba si nada de eso hubiera pasado, ¿todo sería diferente? ¿Su hermana Bercia se habría separado igualmente de ellos? Tantas preguntas y tan pocas respuestas que nada arreglaría.

— Necesito hacer algo.- suspiró dejando su copa en una mesita mientras miraba por aquél gran ventanal su reino con un rostro entristecido, recordando el sufrimiento que una vez tuvieron que soportar en Gaoth, el sufrimiento que se llevó a su hermano.

— Sin duda lo necesitas.

— Henzo no ayudas.

— Vale, entonces me voy.- el guerrero tomó un sorbo de su vino y carraspeó. Luego, se levantó de la silla y se dirigió a la puerta para salir de la habitación.

— Espera.- el guardián se giró y miró al castaño con determinación en su rostro.- Tal vez si puedas ayudarme en algo.

— Como si nunca lo hiciera.- suspiró y se dirigió de vuelta a la silla, apoyándose en esta.- Dime.

Guardianes: Original storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora