“Los conjuros eran crueles pero aquella bruja no tenía otra opción, tenía que usarlos para poder tomar venganza por su familia. Aquella pérdida fue dura, sin duda. Y el enfado de ella hizo que hiciera cosas estúpidas que ahora no tenían arreglo.”
— ¿Otra vez leyendo el mismo libro?
La voz de un joven castaño de unos 18 años sonó por encima de su cabeza haciendo que se desconcentrara de su lectura y el joven albino solo elevó su cabeza para encontrarse con aquél chico castaño. A principios intentó mantener un rostro serio pero luego no pudo evitar soltar una carcajada al ver que estaba colgado con sus piernas de aquél árbol y que en cualquier momento se podía caer. Sabiendo esto, optó por impulsarse y sentarse al lado del príncipe que cerró el libro.
— Es interesante.— respondió aumentando su sonrisa.— Es una historia única y aunque me sepa sus diálogos de inicio a fin lo disfruto como si fuera la primera vez. — le tendió el libro, poniéndolo sobre su regazo y, apartando sus brazos de detrás de su cuello, lo tomó.— Deberías de leerlo, Henzo.
— No sé si leer es lo mío.— el futuro general del ejército de Grimbald miró aquél libro y le echó un vistazo por encima. Si tanto le gustaba a Laín es porque era bueno, después de todo, tenía muy buen gusto para cualquier cosa.
— Te lo regalo.— Laín rechazó la entrega y echó aquél libro hacia el castaño que lo posó de nuevo en su regazo.— Feliz cumpleaños, Henzo.— Laín apoyó su cabeza en el árbol y miró con dulzura como el castaño acariciaba la textura del libro.
— Muchísimas gracias…Lo atesoraré. — contestó regalándole una sonrisa.
El joven lo guardó en su mochila y abrazó sus piernas. Aquella mañana había sido tranquila y había pasado el tiempo con sus padres debido a que llevaba muchísimo tiempo sin verlos y ese día era el indicado para ir. Vió como aquél príncipe se levantó y le tendió la mano, Henzo se la tomó y con su ayuda se levantó para luego ser llevado por el albino hacia un lugar que no conocía.
— ¿Dónde me llevas?
— ¡Aún falta otro regalo!
— ¿Otro? Señor es demasiado, no puedo aceptar tantas cosas.
El de ojos rojos ni le contestó ni le hizo caso y siguió adentrándose por el bosque, evitando los arbustos que los separaban del lugar al que quería llevarlo y, justo antes de entrar, le tapó los ojos al castaño y con cuidado lo comenzó a llevar hacia el sitio.
— ¿Estás preparado? — Laín miraba el entorno fascinado a pesar de haberlo visto miles de veces, cosa que le hizo sentir aún más feliz porque sabía que Henzo se iba a quedar estupefacto.
— Listo.
Al retirar sus manos de sus ojos miró a su alrededor, viendo como el entorno que los rodeaba era un jardín con bellas flores de diferentes colores que era adornado con una cúpula justo en medio creada por enredaderas. Como un niño pequeño, comenzó a caminar a paso ligero por el sitio, contemplando la belleza de la naturaleza que emanaba el lugar. Laín río ante su reacción y caminó hacia aquella cúpula para sentarse ahí, cerrar sus ojos y centrarse en el canto de los pájaros. Segundos después el otro chico se sentó a su lado y apoyó su cabeza en el regazo de Laín dejando su cuerpo tendido de forma horizontal para ver mejor aquella cúpula que además de ser hermosa se podía ver cómo unas mariposas revoloteaban alrededor de esta.
— ¿Qué es este sitio?
— Una de las muchas creaciones de mi hermana Dafne.— contestó Laín mirando a su ayudante y retirándole un mechón de pelo de la cara para verlo mejor. Aquel puro rostro lleno de felicidad e inocencia hacía que su corazón se acelerara con rapidez, inevitablemente haciendo que el vampiro dibujara una tímida sonrisa en su rostro. No entendía muy bien qué significaba ese sentimiento que ya hacía tiempo comenzó a tener hacia su ajeno, pero le resultaba bonito.
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Guardianes: Original story
FantasíaUn mundo dividido en seis naciones que parte de un reino llamado Kosmos, el reino de todos los reinos. Mitéra, la reina de este reino, deja a sus seis hijos y a sus ayudantes al mando del mundo. Cada uno reinando una nación distinta durante el resto...