Capítulo 3: Bienvenidos a Marduk

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Marduk, el fresco aroma de la naturaleza se podía percibir nada más entrar en aquél fantástico reino donde la botánica y la fauna reinaba. Henzo tomó aire, hinchando sus pulmones de la pureza que le otorgaba el lugar.

— ¡Mi querido Henzo! - una chica de tez morena se abalanzó hacia él y le dió un abrazo entre risas. Era Dafne, la hermana de Laín. Henzo rió y le correspondió el abrazo con cariño, saludándole al mismo tiempo. 

— ¿Eso de usar "mi querido Henzo" conmigo viene de familia? - preguntó Henzo entre risas.

— ¿Cómo? - carcajeó la morena sin entender mucho y poniendo una cara de confusión a pesar de no apagar su feliz rostro.

— Nada, no importa.- le dió algunas palmaditas y miró el lugar con una sonrisa.- Este sitio no dejará de sorprenderme nunca.

— Estamos intentando evolucionar y crear mejores paisajes para aquellos forasteros que quieran visitar la zona.- la guardiana dejó paso a uno de los carruajes y llevó hacia un lado a Henzo para poder hablar sin molestar a nadie.- ¿Cómo está mi hermano?

— Si estás hablando de cómo está ahora, seguramente esté con Gabriela en Grimbald intentando solucionar el hechizo. Si hablas de cómo está en general pues sigue en su habitación encerrado cómo un…adolescente.

— Al menos le haces compañía, ¿no? - preguntó dando un suspiro.

— Solamente cuando tiene que decirme algo o tengo que llevarle la comida o su copa diaria de sangre.- contestó el hombre cruzándose de brazos.

— Ay Laín…Todo cambió cuando mi hermano murió. No ha vuelto a ser el mismo.

— Después de todo también era como una figura paterna para él. Algunas pérdidas marcan a una persona para siempre. Al menos hasta que no aparezca otra que arregle sus heridas.- Henzo miró hacia delante, viendo como las personas de su región entraban felizmente a la región vecina de Marduk. Estaba contento por ellos, estarían a salvo.

Dafne sonrió al ver a Henzo así de aliviado y feliz. Ella se ocupó de unos suministros y cajas de los pueblerinos y los llevó a las pequeñas casitas que habían preparado para ellos a través de su poder que le permitía engancharse y saltar hacia lugares altos. A Henzo le sorprendía con la despreocupación y soltura en la que Dafne usaba sus poderes. Laín siempre prefería guardarlos antes que usarlos, pero cada hermano era un mundo. Sus ojos dejaron de ver por un momento, notando como dos manos se posaban en estos de forma juguetona y feliz. El caballero se giró y vió a otra chica de tez oscura que portaba un vestido precioso decorado con flores.

— ¡Flora! - Henzo entre risas abrazó a su contraria.

Era la ayudante de Dafne, tal y como él lo era de Laín. Cada guardián tenía una persona que lo ayudaba en sus quehaceres y eran elegidos por estos mismos con sabiduría. Entre ellos, se llevaban bastante bien, cosa que no pasaba con algunos de los hermanos.

— Hace mucho que no nos vemos, Henzo. ¿Qué tal va todo?

— Bueno…No muy bien que digamos.- carcajeó con algo de incomodidad mirando hacia las personas que entraban.

— Ya…Lo siento mucho, seguro que Laín logra hacer algo.

— Tampoco puedo dejarlo solo con todo. Ya sabes lo que sucede cuando alguien intenta luchar contra el aura.

— Mutantes…Monstruos de todo tipo…Sí, me acuerdo de aquella vez. Estuvimos meses para lograr exterminarlos a todos.

Henzo se rascó la nuca y se apoyó en una roca. Esperaba que todo el mundo estuviera en sus respectivos refugios. Estaba frustrado, más de lo que debería, cosa que Flora logró percibir nada más mirarle a los ojos.

— Estás preocupado por él, ¿eh? - rió la morena apoyándose también.- A mí también me pasa con Dafne a veces. Estar en algún lugar y de repente un instinto divino me dice que me necesita. Es un talento que solo tenemos tú y yo, Henzo.- dijo con una sonrisa.- No todos los ayudantes poseen tal unión con sus amos.

— No sé…Si te estoy entendiendo…

— Al principio cuesta.- le contestó forzando aún más su sonrisa, evitando reír por la cara de confusión que había creado en el ayudante del reino de la oscuridad.

A veces era muy difícil comprender a Flora. Las cosas que decía eran como adivinanzas, aunque sabía que lo hacía a propósito para que él mismo lo descubriera con el tiempo. Vió a Dafne, la cual estaba dirigiéndose a ellos mientras saludaba a los nuevos pueblerinos.

— Uf, ya estoy aquí. Los niños de tus reinos son unos diablillos.- carcajeó la reina.

— Son bastantes enérgicos, si.- Henzo miró cómo los niños jugaban en el fondo con una sonrisa y después miró a su lado. Donde un chico que formaba parte de su armada.- Steve, ¿qué sucede?

— General, las cosas no se están poniendo muy bonitas en Grimbald…- informó en un exhausto tono de voz.

— ¿A qué te refieres?

— El rey intentó meterle mano al hechizo cuando todos se fueron y…

— ¿¡Y qué!? ¡Dispara!

— Están apareciendo mutantes.- terminó Dafne con un rostro aterrado.

Henzo chasqueó la lengua y miró a todos lados de forma nerviosa. Se empezaba a sentir algo culpable por haberle dejado ahí solo y sin nadie.

— ¿Dónde está el rey? ¿Está con su hermana Gabriela? - preguntó Flora alertada.

— No, señorita. Su hermana Gabriela se fue poco tiempo después de ayudarle y ahora él está en un paradero desconocido. No dábamos con él y todos los guardias finalmente nos tuvimos que desplazar a Marduk para quedarnos a salvo.- explicó el llamado Steve.

— ¿¡Y lo habéis dejado solo!? - Henzo tomó de la camiseta a su guardia de forma enfadada. Dafne y Flora se ocuparon de separarlos, muchos ya estaban comenzando a mirar hacia allí debido a la situación.- Me tengo que ir.

— Es muy peligroso, Henzo.- la reina de Marduk le tocó el hombro intentando pararle pero con fuerza este se despegó de ella.

— ¿Entonces quieres que tu hermano termine como Bayu? Lo siento pero yo no permitiré eso.- el castaño le miró serio y sin más que decir se dió media vuelta y se comenzó a dirigir hacia su reino tomando uno de los caballos.

Insensato Laín, ¿en qué estaba pensando a la hora de hacer eso? ¿Acaso ya no sabía las consecuencias? Él era una persona muy orgullosa, seguramente lo hizo para demostrar que no era débil y que él podía con todo. ¡Claro que no podía! Ni los más poderosos podrían enfrentar el poderoso poder de la madre y si Bayu no pudo, que era el más poderoso de sus hermanos, Laín no era la excepción.

Henzo se aproximaba a su reino con rapidez, teniendo esperanzas de encontrarse a su rey vivo. Estaba preparado para cualquier enfrentamiento, solo le importaba sacarlo de ese reino consumido por aún más oscuridad y la locura.

Guardianes: Original storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora