Los frondosos árboles se movían con el viento y el sol ya se estaba perdiendo por el horizonte, imbuyendo el ambiente de una oscuridad y una niebla espesa. Ya estaban ahí, Grimbald, más lúgubre y tenebrosa que de costumbre, nada era seguro en ese lugar y sus pies ya estaban comenzando a enterrarse en la tierra por la pesadez de sus cuerpos cansados.
— Debimos traer caballos.— notaba su reino inmenso y agotador, notando como debajo de sus pies había un suelo que se movía en cámara lenta haciendo que la seria mirada del albino pasara por este, analizando cada detalle, la tierra mojada, el césped, las piedras, las hojas caídas de los árboles por el viento…— El aura lo está cambiando todo convirtiendo Grimbald en algo peor que el infierno. Noto el calor venir desde los confines, como si todo se estuviera cubriendo de un manto de llamas…El aura se está extendiendo.— anunció en un serio pero tranquilo tono de voz, guiando sus ojos hacia los adentros del bosque, un bosque que era totalmente opaco debido a la cortina de niebla que lo cubría.
Siguió caminando para ir hacia el pueblo que estaba relativamente cerca pero la mano de Henzo se interpuso, se posó en su pecho y lo echó hacia atrás. Blandiendo sus hachas caminó dando largas zancadas hasta quedar algo alejado de los otros tres que se habían parado confundidos con el comportamiento del castaño. Flora se giró para mirar detrás de sus espaldas, notando unos sigilosos pasos alrededor de ellos, algo que le hizo ponerse en guardia.
— Reptiles…— la morena tensó su cuerpo y de forma ahogada informó a sus acompañantes del peligro. Aquellos seres eran unos monstruos enormes que se camuflaban en la tierra, moviéndose fluidamente buscando una presa.— No os mováis…— ordenó con una temblorosa voz. Miró hacia abajo, sintiendo como uno de ellos se iba enganchando a su pierna y subía por esta. Si no se movía o hablaba aquél ser no sabría que estaba ahí, porque después de todo, no eran capaz de ver a alguien si no se movía ya que se guiaban por los movimientos.
La ayudante notó como el reptil que se enganchaba de su pierna se soltó y se fue rápidamente, cosa que hizo que la chica suspirara aliviada. Miró a Laín y Bayu, los cuales se giraron lentamente para mirarla a ella. ¿Ya se habían ido? Giró su cabeza hacia delante, viendo como Henzo se había girado y miraba al suelo fijamente. Con un movimiento de cabeza les dijo que se movieran, estaría ayudándolos desde lejos, tenía puntería, podría dejar ko en a un reptil fácilmente. Sus acompañantes a paso ligero se dirigieron hacia él, teniendo suerte y llegando sin toparse con nada en el camino.
— Quietos.— Henzo dió un paso hacia atrás y vigiló si el perímetro estaba a salvo, pudiendo escuchar varios ruidos sin saber si eran aquellos mutantes o el propio viento. Al cabo de un rato, al fin bajó su hacha y soltó un pequeño gruñido.— Está bien, no hay moros en la costa.
— Igualmente debemos tener cuidado en lo que nos queda de trecho.— Bayu miró hacia delante, viendo que a lo lejos se podían visualizar ya estructuras que pertenecían al pueblo.— No nos queda mucho, en marcha.— el de cabellos plateados comenzó a caminar a paso ligero siendo seguido por su hermano y los dos ayudantes.
— Hermano, ¿ves algo? Tal vez tú visión nos pueda ayudar.— dijo Laín adelantándose un poco para no perder el ritmo de los demás.
— El futuro es incierto ahora mismo y no puedo ver a través de él en esta situación, hermanito. No tengo nada claro.— informó el elfo.— Solo sé que debemos darnos prisa.
— Entendido. Y Flora, ¿no hubiera sido más rápido si nos hubieras traído? Ya tendríamos el libro y estaríamos en Marduk. Además, de alguna forma, me sabe mal no estar aquí con nuestras hermanas sin haberles dicho nada antes.— suspiró el albino.
— Si usaba mi forma espiritual para traeros hubiera levantado mucho ruido en el ambiente y los mutantes se hubieran sentido atraídos por este mismo. En pocas palabras, estaríamos rodeados de ellos y cuando ellos están demasiado cerca nuestros poderes se debilitan. Sabes que no nos volvemos inútiles pero no creo que fuera capaz de convertirme en la Dragona de los bosques ya que transformarse conlleva aportar más poder y energía de lo normal.
Laín suspiró y siguió su camino hacia su castillo, ya pudiendo guiar a los demás por su reino estando más tranquilo. Aquello ya no se sentía como una casa, era un lugar en el que solo tenías ganas y más ganas de escapar. Acabaron con algunos mutantes en su camino, afortunadamente fáciles de matar debido a que no tenían mucho intelecto. Se pararon cuando vieron unas rocas por encima de sus cabezas que casi hacían una pequeña montaña. Al estar descansando se podían ver como las respiraciones de los cuatro sujetos se escuchaban, unas más ahogadas que las otras por el cansancio.
— Vale, está bien.— el elfo suspiró y se acercó a la montaña para ponerse de espaldas apoyándose en las rocas y flexionando sus piernas.— Os impulsaré pero tenéis que hacer fuerzas para engancharos en las rocas y escalar lo que os quede.
Primero pasó la morena que con facilidad pudo escalar aquellas rocas, luego fue Henzo y por último Laín.
— ¡Cuidado! — chilló el de cabellos plateados encogiéndose al ver algo dirigirse hacia ellos.
Un aura oscura rodeó el tobillo del albino y lo arrastró hacia abajo, haciendo que cayera y se diera un golpe con las rocas, haciendo que se quedara algo trastornado pero no inconsciente.
— ¡Laín!
El castaño saltó de aquella roca y con desesperación se acercó a su rey, poniéndose de rodillas y arrastrándose del impulso. Lo sentó y le dió varias palmaditas en la cara para que despertara del todo pero lo único que logró fue sacarle sonidos que mostraba lo desorientado que estaba. Le llamaron la atención unos pasos que a pesar de poder ser de otras dos personas eran totalmente ajenos al grupo. Sacó una de sus hachas de su cinturón al igual que Bayu sacó su arco y Flora se puso en guardia con sus poderes. De la neblina comenzaron a salir varios mutantes, no, una horda entera se aproximaba hacia ellos sin tener una sola salida.
— ¡Ah, mierda! ¡Estamos rodeados! — Bayu comenzó a mirar hacia todos los lados y con destreza iba disparando una flecha tras otra acabando con un enemigo por cada flecha que tiraba, pero pronto se quedaría sin ellas y con rabia tiró el arco.— Me cago en…
— ¡Tenemos que usar nuestros poderes antes de que se acerquen demasiado! Si llegan a debilitarnos estamos perdidos.— Flora comenzó a tomar aire algo nerviosa y comenzó a atacar desde las distancias con sus poderes, haciendo crecer plantas por dentro de los enemigos que los hacía explotar y retorcerse del dolor, pero no era lo suficientemente fuerte como para acabar con todos.— ¡Laín tiene que despertar, es nuestra única salvación!
— ¡Lo estoy intentando! — chilló Henzo sacudiendo a Laín.— ¡Vamos, joder!
— ¡Espera!
Todos dirigieron la mirada hacia los mutantes que estaban empezando a luchar y matarse entre sí, ignorando por completo a las cuatro personas que estaban siguiendo. Henzo bajó la cabeza, viendo como Laín miraba hacia ellos y tenía su mano izquierda plantada en el suelo con fuerza, viéndose alrededor de esta unas partículas rojas y negras. Eso es, Laín podía controlar a los muertos y los mutantes no eran otra cosa que una agrupación de células muertas creadas por el aura. El albino se levantó algo mareado y siguió controlando aquél enfrentamiento.
— ¿Has dormido bien? — bromeó Bayu.
— No tengo tiempo para bromas ahora, hermano. Vamos, corred hacia la roca. Yo iré con ustedes. Cada vez están más cerca y mi poder no aguantará por mucho más.
Bayu y Flora obedecieron y fueron hacia la roca y la escalaron con rapidez, siendo la chica impulsada por el elfo y luego siendo este ayudado por ella. Bayu en aquella posición era capaz de sacar su poder a la perfección así que creó una barrera entre los mutantes y ellos para darles tiempo a Laín y a Henzo a subir aquella roca, para finalmente salir corriendo hacia el castillo que estaba a pocos kilómetros.
•••
Unos pasos se escucharon en aquél bosque, viendo como delante suya habían caído los mutantes que había invocado para acabar con aquellos dioses y ayudantes, cosa que no sirvió y le hizo ver que los estaba subestimando. Aquellos ojos amarillentos pasaron por todo el lugar, haciendo que el panorama le hiciera soltar un suspiro.
— Se sus rastros, su majestad.
— Tráelos, vivos o muertos, tienen el mismo poco valor de ambas formas.— escuchó en su cabeza.
— Sí, Mitéra.
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Guardianes: Original story
FantasíaUn mundo dividido en seis naciones que parte de un reino llamado Kosmos, el reino de todos los reinos. Mitéra, la reina de este reino, deja a sus seis hijos y a sus ayudantes al mando del mundo. Cada uno reinando una nación distinta durante el resto...