El agua de la tina ya se había enfriado, su piel estaba erizada debido al frío. Observaba el agua con jabón fijamente. El ruido de la gotera del grifo no paraba de sonar y eso la estaba volviendo loca.
Salió de la tina apresuradamente y envolvió su cuerpo en una toalla blanca. Tiritó y con sus pies fríos se encaminó a una silla al lado de la chimenea.
El cielo oscuro estaba estrellado y hacía bastante frío esa noche otoñal. Peter cocinaba sopa de calabaza, observó a Bonnie temblar y se acercó a ella. Se acuclilló y examinó los puntos de la herida, para llevarse la sorpresa que ya se estaban saliendo.
–¿Quieres que salgan por si solos o los cortamos?–
–Córtalos, por favor. Me resulta incómodo tener un hilo en mi pierna.– El chico asintió y se encaminó a los muebles de la cocina, rebuscó en los cajones y halló el objeto plateado, que estaba levemente oxidado.
Volvió hacia Winter y acercó la tijera a los puntos. Ella inmediatamente se puso nerviosa y alejó la pierna de la tijera.–No voy a lastimarte.–
–Lo sé, hazlo rápido.–
Bonnie cerró sus ojos con fuerza y cuando escuchó el ruido de las tijeras cortar volvió a abrirlos. Peter tenía en su mano el hilo negro.
Sonrió ampliamente y sus ojos se clavaron en la cicatriz. Su mirada cambió lentamente a una triste. Probablemente conviva con esa marca pavorosa por el resto de su vida.
El chico al presenciar esto acarició con delicadeza aquella herida.–No te preocupes por la cicatriz.–
–Es horrible.–
–Significa que eres tan fuerte como para soportar que cosan tu piel sin anestesia.
Ella observó sus ojos que intentaban convencerla de que la marca no era algo malo. Sus ojitos se cristalizaron y abrazó a Creel.
–Ya, no pasa nada, ve a cambiarte antes de que te congeles.– La muchacha hizo caso y se acercó a su cama, donde estaba su ropa. Se vistió con los pantalones grises y el abrigo verde oscuro. Esperó sentada la cena. Peter no era de hablar mucho, escuchaba la radio mientras fumaba y de vez en cuando la observaba.
Los minutos pasaron y Bonnie estaba cada vez más aburrida.
–¿Y si jugamos a algo?–
–No, ya es hora de cenar, luego, si quieres.–
(...)
–Mañana es tu cumpleaños.–Dijo Peter.
Los dos jugaban a las damas. La chica frunció el ceño al oír lo que dijo el ojiazul.
–¿En serio?–Preguntó incrédula.
–Si, treinta de octubre.
–Genial.–Dijo restandole importancia. Desde que fue secuestrada el aniversario de su nacimiento no era algo significativo.
–Diecinueve años.–
–Lo sé...–
Nueve años habían pasado desde su encierro en el laboratorio y cada día extrañaba más su infancia, por más que había sido bastante extraña. Y siempre deseaba volver a ver a su mamá. Haría cualquier cosa por estar con ella, no importaba si eran 5 segundos.
Porque cada día que pasaba, olvidaba algo de su pasado, y no quería olvidar, necesitaba mantener en su mente los recuerdos, el perfume de su madre, sus vecinos, el sabor del helado de vainilla...
Aquellas memorias felices la mantenían viva, le daban la razón de que existían cosas buenas en la vida.
Pensar en esto le quitó las ganas de divertirse. Además Peter iba a ganarle, como siempre lo hace en casi todos los juegos.
–Ya no quiero seguir jugando.–Dijo con un nudo en la garganta.
–Está bien, ve a dormir. Mañana será un gran día para tí. No todos los días cumples diecinueve años–
Peter guardó las piezas del juego y se acercó a Winter. Besó castamente la comisura de sus labios y le dijo:
–Eres diferente al resto, estoy seguro que de mayor, serás una increíble persona, no como la mayoría de idiotas que habitan este mundo.
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shades of cool; 001
Diversos𝐒𝐎𝐂 | ❝Ni el loco y férvido amor que sentían haría que el maníaco ojiazul cambiara. Y ese pensamiento fue como un balazo directo a su pecho. Desde su locura de pasión soñaba morir junto a él y sus labios hubieran sido doblegados hasta hacerse mús...