21 | Siempre fuiste la constelación completa

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Tristan

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Tristan

Apenas acabó el concierto, salí de ahí con las manos temblorosas, el corazón descontrolado y las mejillas húmedas.

No sabía exactamente cómo me sentía, era una mezcla de emociones que necesitaba controlar, pero que no hacían más que esparcirse por mi cuerpo, mientras que la letra de aquella canción se reproducía sin parar en mi cabeza. Necesité escucharla solo una vez para memorizarla.

Sentí mi teléfono vibrar debido a un montón de mensajes de Mara en los que parecía estar teniendo un colapso de amor. Desde las notificaciones leí que preguntaba dónde estaba, si acaso seguía vivo, y que me perdonaba por no darle la premisa solo porque primero debía encargarme de encontrarme con él.

Precisamente eso haría.

Volví a mostrarle mi entrada al guardia de seguridad e ingresé a la zona de los camarines. Si vomitaba de los nervios, al menos esperaba hacerlo en la cara de Chris o Connor en caso de encontrármelos en el camino.

Intenté abrir su puerta, pero esta no cedió y tampoco oí su voz desde el otro lado. Me dirigí a la habitación que sabía que le habían destinado a la banda, sin embargo, la suerte no estuvo toda de mi lado. Dentro estaban ellos, y ningún rastro de Dom.

—Entra —dijo Connor cuando estuve a punto de cerrar y marcharme. Presioné los labios, apretando la mano en la cerradura.

—¿Qué quieres? —pregunté al girarme para mirarlo.

—Conversar.

Habría cerrado de un portazo, esperando que se ahogase con las palabras que supuestamente tenía para decirme. Incluso, habría entrado solo para darle un puñetazo, ya que la vez pasada había regresado a su casa con el rostro intacto. Pero en el pasillo había demasiados oídos que lo escuchaban todo. Así que hice caso omiso a mis ganas de provocar un escándalo para que las personas supieran de lo que realmente estaban hechos, y luego de entrar, cerré la puerta tras mis espaldas.

—Te escucho.

—¿Se puede saber qué pretendes? —preguntó con el ceño fruncido y la mirada oscurecida. Se levantó del sofá para caminar hacia mí hasta tenerme en frente—. Cumpliste tu sueño adolescente —agregó, cambiando su expresión a una burlesca—. Mira, yo no sé si el enamoramiento le dure una eternidad como seguramente esperas, porque al fin y al cabo, es Dom; pero ya lo conseguiste, lo tienes en la palma de tu mano. Lo que no entiendo es, ¿por qué estás haciendo todo esto? ¿Por qué estás con él después de lo que ocurrió? Lo único que puedo pensar es que esta es tu forma de vengarte. Siempre fuiste una especie de debilidad para él, pero nunca lograste que te viera como tú querías que lo hiciera. Ahora que es así, ¿cuánto tardarás en dejarlo caer? Véndele a cualquiera tu cuento de príncipe azul, pero no a mí. No soy estúpido y sé que te traes algo entre manos.

—Cuánto tiempo libre para hacer tantas teorías, ¿eh? —respondí con una sonrisa irónica, cruzando los brazos sobre mi pecho—. ¿Qué quieres que te diga, Connor? ¿Estás esperando que te cuente el secreto de cómo lo enamoré? Porque a estas alturas, parece que estás más celoso que otra cosa.

Entre letras y notasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora