15 | Ex compañero de banda y posible novio

17.5K 1.9K 894
                                    

Tristan

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tristan

—Te extrañamos mucho, es bueno tenerte aquí de nuevo —dijo el abuelo, dejando sobre la mesa un plato con el desayuno que había preparado para mí.

—Y yo a ustedes —respondí con una sonrisa.

—¿Estás bien?

—Sí, solo estoy cansado por el cambio de horario. Creo que un día no es suficiente para volver a acostumbrarme.

—Aprovecha este día para seguir descansando —dijo, y besó mi coronilla—. Estaré en el jardín.

Probar el primer bocado de huevos con tocino fue lo que necesité para reafirmar ante mí mismo que no era solo cansancio; lo extrañaba.

Admitirlo era una locura e incluso me sentía humillado aunque nadie pudiera escuchar mis pensamientos, pero no podía evitarlo. Aquel desayuno no era dulce como los que solía preparar Dom en Australia, y no lo había encontrado en la cocina al levantarme. Extrañaba que jugásemos con la paciencia del otro, escuchar su voz cantando una canción desconocida para mí o el simple hecho de sentir su presencia en la casa.

Ya no había nada de eso y temía haberme acostumbrado lo suficiente como para haberle quitado el escudo a mi corazón. Porque sobre todo eso que extrañaba, lo que más quería era a Dom haciendo comentarios con respecto a nosotros, que me daban la esperanza que algún día había deseado tanto.

No era estúpido, por supuesto que conocía el significado detrás de cada una de las indirectas que decía, pero hacer oídos sordos y ponerme una venda en los ojos era el mecanismo de defensa más útil que había encontrado para que no lograse calarme hondo. Durante años lo había visto jugar con sus conquistas, pasando de una a otra con tanta facilidad, que parecían objetos desechables. Temía convertirme en eso y quedar hecho pedazos.

En el pasado no era difícil lidiar con mis sentimientos hacia él, pues me parecía casi imposible que me viera de otra manera. Pero me había pasado tanto tiempo enamorado de Dom, soñando con el día en que dijera sentirse igual con respecto a mí, que las últimas semanas parecían irreales. Estábamos haciendo de aquella relación falsa un juego sin reglas, moldeado al antojo de cada uno, por eso ya era incapaz de reconocer lo verdadero. Sobre todo después del día en que me dijo que cada paso que daba estaba premeditado para llevar a cabo el plan de la mejor manera. Si bien sabía que mentía, porque conocía su comportamiento cuando se sentía atraído hacia alguien, me había dolido; había sido un golpe al Tris que siempre lo había querido de una manera diferente.

Pero ya no tenía sentido seguir negándomelo a mí mismo. Cada momento en el que le entregaba un poco más, era la prueba de lo que había pensado en nuestro último beso mientras observábamos la luna descender. Le había guardado odio, rencor y decepción, pero a pesar de su magnitud, el amor que sentía por él había buscado la manera de mantenerse en un rincón de mi corazón, simplemente adormecido, hasta que Dominic entró como si aquel fuese su hogar, lo revolvió todo y se acomodó allí, dispuesto a recibir lo que tuviera para darle.

Entre letras y notasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora