Operación beso

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Anya suspiró mientras jugueteba la pasta y los guisantes de su almuerzo, tenía su rostro totalmente desanimado recargado en la palma de su mano derecha, mientras Becky le daba algunas palmadas de consuelo en la espalda.

— Ahora pa podría tener una fractura y aún no lo he logrado— explicó Anya con un suspiro, nada con respecto a mis investigaciones ha servido.

Dichas investigaciones consistían en ver anime y programas de detectives.

La noche anterior mientras su padre Loid dormidaba en el sillón, luego de una larga semana de misiones secretas Anya puso en marcha su plan secreto.

Ellos tenían que darse un beso a cómo fuera lugar.

Llevaba abrazando a Kimera, su peluche y sostenía una bolsa de harina que había tomado de la alacena. Había visto en televisión una escena que consistía en que un chico terminaba con una mancha en la mejilla mientras cocinaba, la chica que le gustaba se acerca para limpiarle y sus ojos se quedaban mirándose, guiados por un impulso irresistible terminarían besandose.

La niña del pelo rosa sonrió con aquel gesto característico y se aproximó manchando su índice con un poco del polvo blanco.

Sin embargo apenas había dado un paso, la puerta comienzo a abrirse. Yor, su mamá estaba llegando, Anya se puso nerviosa y esto provocó que sus pies se le enredaran, la bolsa con harina salió impulsada en el aire, toda la harina impactó el rostro de Loid de golpe.

Anya salió corriendo, Loid se levantó asustado, Yor que iba entrando se sorprendió al verlo así y lo hizo retroceder con un golpe que Loid tomado por sorpresa no pudo contener el golpe y salió volando hasta la pared por encima del sillón.

— Loid-san— indicó la chica cubriendo su boca con las manos apenada.

Anya suspiró se encogió en hombros acostada en la mesa, probando con un dedo el puré de papa con su dedo.

—Es una situación muy importante Anya, no debes rendirte— le indicó su amiga.

— Ma y Pa necesitan que no me de por vencida, pero ya no sé qué más hacer.

Una niña rubia de rizos y ojos verdes paso frente a las dos niñas junto con su séquito de amigas, una niña de un chongo y otra de ojos muy rasgados.

— Niña fea ¿Estás lista para ir a un orfanato?—preguntó la chiquilla en todo burlón.

Aquellas palabras tenía cierto impacto en Anya, que ya se había encontrado solitaria en un sitio así, pero se hizo la fuerte sonriendo.

— ¿Por qué no nos dejas en paz Korina?— declaró Becky haciéndole gestos.

La niña la ignoró fijando su atención en Anya.

— Te lo dije, todo mundo lo sabe, entre las parejas de padres debe de existir afecto para que las familias permanezcan juntos — explicó la niña— mis padres son super lindos entre ellos.

— Los míos también— dijo la otra niña.

— Y los míos — repitió la otra.

La miró de arriba abajo y meneó con la cabeza.

— Pobrecilla— declaró meneando la cabeza.

Las tres chiquillas se rieron a carcajadas alejándose.

Anya se encontraba frunciendo el ceño con un gesto de decisión en su mirada.

— Sigamos con nuestra operación secreta— declaró Anya.

Al día siguiente Anya se aproximó a Yor con el pingüino de peluche que había obtenido en su ida al acuario.

Yor tomaba una taza de café, rememorando secretamente detalles de su último trabajo.

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