Lo primero que escucho fue el susurro del mar, un siseo continuo y persistente que incrementaba en intensidad para luego azotar con violencia contra los arrecifes cercanos, fue uno de estos golpes los que la arrastraron abruptamente a la realidad, sus ojos se sentían pesados y entre sus brazos y su abdomen sentía presión, su mente estaba en blanco, no sabía cómo había llegado allí o una ligera sospecha siquiera de dónde estaba.
Se mecía, era húmedo pues ciertas gotitas le salpicaban el rostro, por fin abrió los ojos y aunque su vista estaba nublada entró en pánico enseguida. Soltando un alarido buscó retroceder pero estaba sujeta con fuerza de pies a cabeza con una cuerda. Comenzó a hiperventilarse, dar gemidos desesperados llenos de temor mirando como el mar infinitamente se extendía en todo su alrededor. Agitó su cabeza indagando entre sus memorias el como si hace unas horas estaba saliendo de trabajar ahora estaba amordazada en una boya en medio del océano.
— Yo me mantendría quieta, en estás aguas hay tiburones— le sentenció una voz femenina susurrante, como si la trajera el viento.
Aquella desafortunada mujer no sabría como explicarlo, pero aquella voz siniestra le recorrió cada partícula de su ser haciéndola temblar.
La bruma comenzó a aparecer de pronto serpenteando a su alrededor exparciendose, con está se dibujo una sonrisa similar a la de un espectro acompañada de unos inquietantes ojos de un rojo intenso, de un rojo sangre.
Era una mujer, una joven más o menos de su edad, era hermosa pero el aura a su alrededor destilaba peligro.
¿Quien era? ¿Acaso ella la había llevado allí? ¿Por qué?.
— Esto es solo una advertencia, estoy siendo piadosa —indicó con una voz anormalmente apacible aproximando una daga dorada que imagino surgía entre sus dedos
— ¿Qué es lo que te hice?yo...no he hecho nada—sollozó.
— Él es mi esposo— declaró la chica fulminándola con la mirada.
****************
Esta frase produjo un destello de recuerdos en la asustada chica.
El día de ayer por la mañana siendo un domingo había acudido al distrito comercial con un par de amigas, ninguna de las tres mujeres en ese momento contaba con mucho efectivo, no habían pasado para ver ninguno de los aparadores ni comercios, sentadas en una banca esperaban cazar otro tipo de objetivos.
— Aquel es bastante apuesto— señaló una de ellas mordiendo su labio inferior.
Otra se mojó los labios y sonrió.
— Esa sería una buena conquista.— agregó.
Ella fijó la mirada en aquel hombre rubio de traje olivo que miraban las otras dos, era indudablemente apuesto, alto y rasgos firmes pero al mismo tiempo sutiles, le enloquecieron al instante aquellos ojos color celeste tan enigmáticos que poseía.
Una niña de pelo rosado llegaba a el dando saltitos sosteniendo un extraño peluche en su mano izquierda, lo miraba hacia arriba y lo abrazaba de la pierna.
— ¡Pa! Anya está de pasio con ma y pa— exclamó la niña entusiasmada.
El hombre le acarició la cabeza y eso la hizo sonreír, inquieta extendió sus manos para que la cargará pero enseguida su atención fue dirigido a un aparador que exhibía varios tipos de maní.
— ¡Anya quiere maní!—externó emocionada.
— Vaya, es un hombre de familia— se lamentó una de sus amigas.
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Sweet Surrender
FanfictionColección de fanfics Twinyor. Son su mayor debilidad, aquella intensa mirada que los desarma por completo, una dulce rendición...