CAUTIVOS

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Narra Susan

Nada más llegar a tierra descubrimos que atracamos en una isla habitada por una tribu caníbal.

Nombraron a Jack como jefe de la tribu al pensar que era un Dios atrapado en su cuerpo mortal. Pensaban hacerle el gran favor de liberarlo de su cuerpo humano, es decir, matarlo.

En cambio, al resto nos encerraron en unas jaulas que construyeron en cuanto llegamos como regalo de bienvenida.

Debíamos encontrar el modo de salir de ahí y salvar a Jack de la hoguera.

De pronto, los miembros de la tribu subieron la jaula, dado que colgaba de un puente situado entre dos montañas con un abismo de por medio.

Llevaban a alguien más: era Will ¿Como era posible? Se suponía que él estaba con Elizabeh en Port Royal. No debía estar aquí.

Le arrojaron dentro de la jaula para después volver a bajarla con el fin de que no pudiéramos escapar. Will nos observó a todos sorprendido.

-Will, ¿qué haces aquí? Exclamé extrañada.

-He venido buscando a Jack. Elizabeth está presa en Port Royal, nos detuvieron por ayudarle. Necesito su brújula para que la liberen. Me contestó alarmado.

-No pueden hacer eso. No tiene sentido después de tanto tiempo... Susurré pensativa.

-Pues lo han hecho ¿Por qué nos hace esto? Jack es el jefe. Observó Will, cambiando de tema.

-Los pelegostos nombraron jefe a Jack. Pero solo seguirá siendo el jefe, si se comporta como tal. Le expliqué.

-Así que no tiene elección. Es tan cautivo como todos nosotros. Dijo Will, comprendiendo la situación.

-Peor, puedes estar seguro. Los pelegostos creen que Jack es un Dios con forma humana, y pretenden hacerle el favor de liberarle de su prisión de carne y hueso. Lo asarán y se lo comerán. Concluyó Gibbs.

-¿Y el resto de la tripulación? Preguntó Will.

-¿Ves estas jaulas? Las hicieron poco después de que llegáramos a la isla. Comenté.

-El banquete no tardará en empezar. La vida de Jack llegará a su fin cuando cesen los tambores. Aclaró Gibbs.

Lo cierto es que estaba preocupada por Jack, pero confiaba en que supiera salir con vida.

-Hay que salir de aquí. Demandé.

-¿A qué estamos esperando? Cuestionó Will decidido.

Comenzamos a balancearnos con nuestro propio peso para lograr alcanzar las enredaderas y raíces que se encontraban cubriendo las paredes de la montaña.

Finalmente, conseguimos agarrarnos de las enredaderas para empezar a trepar.

-Sacar las piernas y empezar a escalar. Ordené al resto.

-¡Vamos, muchachos! ¡Os necesitamos a todos para navegar la perla! Exclamó Will para alentar a los piratas.

-En realidad, no nos necesitas a todos. Con seis valdría para navegarla. Opinó uno de los piratas que se encontraba en la otra jaula.

Aquellas palabras lo convirtieron la situación en una competición por quien llegaba primero a la cima.

Llevábamos la delantera cuando un hombre de la tribu se aproximada hasta el puente. Por lo que ambos grupos frenamos en seco y mantuvimos silencio.

La otra jaula comenzó a escalar de nuevo a pesar de nuestras advertencias.

-¡Debéis parar! ¡Haréis que nos maten! Les susurré molesta.

Piratas del Caribe: El cofre del hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora