SACRIFICIO

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En cuanto subimos abordo de la perla, el Señor Gibbs se acercó a nosotros:

-¿Dónde está el Comodoro? Nos preguntó con curiosidad.

-Se ha quedado atrás. Contestó Jack, abrazando su preciado tarro de tierra a la par que caminábamos hacia el timón.

-Le recordaré en mis plegarias... ¡Pero de nada sirve lamentarse! Lo bueno es que habéis vuelto y habéis salido totalmente ilesos. En el instante en el que Gibbs finalizó la frase, el Holandés Errante resurgió de las profundidades paralelo a la perla, causando el temor entre la tripulación.

-Dios del cielo, protégenos. Exclamó Gibbs mientras se santiguaba con la mirada fija en el Holandés Errante.

Jack avanzó varios pasos hacia delante. -Yo me ocuparé de esto. Comentó demasiado seguro.

-¡Eh, cara pulpo! Gritó mi Capitán hacia Jones, alzando su bote de tierra.

-¡¿Jack, que estás haciendo?! Le susurré extrañada, pero no obtuve respuesta. Dado que mi Capitán continuó hablando.

-¿Has perdido algo, calamar? Al estar caminando de lado al mismo tiempo que hablaba, no llegó a percatarse de que se encontraba en el principio de las escaleras. Así que, cayó rodando hasta la cubierta del navío.

Toda la tripulación, incluyéndome, hizo una mueca de dolor de tan solo presenciar la caída.

-¡Lo tengo! Exclamó el Capitán, alzando el tarro de tierra de nuevo.

A pesar de todas las miradas de confusión, el pirata siguió con lo que quiera que estuviera haciendo.

-Vamos a negociar, ¿verdad?¡Tengo un tarro de tierra!¡Tengo un tarro de tierra, adivina que hay dentro! Lentamente comencé a caminar para llegar a la cubierta.

Jones, en respuesta, decidió mostrar los cañones del Holandés Errante.  Se veía más que dispuesto a hundirnos en el fondo del mar.

-Todo a estribor... Murmuró Jack.

-¡Todo a estribor! Ordené en un tono más elevado.

-¡Vamos, todo a estribor! Exclamó Will, quien ya había despertado del golpe.

El Holandés no tardó en abrir fuego contra la perla.

-¡Se nos echan encima! Dijo uno de los piratas alarmado, debíamos conseguir ventaja como sea.

Varios cañones llegaron a alcanzarnos. Fue en aquel momento cuando Jack tomó el mismo el rumbo del timón, apartando a Gibbs y llevando aún el tarro consigo.

El viento se puso a favor, permitiéndonos alejarnos de aquel navío.

-¡Se queda atrás! Observó mi hermana alegre.

-Le hemos vencido. Nos afirmó Gibbs.

-¿Somos más rápidos? Preguntó Will sorprendido.

-Contra el viento, el Holandés nos supera. Así atrapa a sus presas. Dijo Gibbs.

-Pero con viento a favor... Proseguí.

-Les sacamos ventaja. Finalizó Will al comprenderlo.

-Así es. Le contesté.

-¡Abandonan! Gritó uno de los piratas, provocando la celebración del resto.

Gibbs, Elizabeth, Will, Jack, y yo estábamos en la popa observándolo. Will se acercó al Capitán.

-Mi padre está en ese navío. Podemos dar la vuelta y alcanzarles. Debemos convatir. Repuso Will.

-¿Por qué luchar cuando puedes negociar? Lo único que se necesita es la influencia apropiada. Comentó Jack sonriendo.

Piratas del Caribe: El cofre del hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora