TRAICIÓN

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Narra Susan

Habíamos llegado a tierra, por lo que subimos al bote para aproximarnos lo máximo posible.

Elizabeth, y a mi pesar, el excomodoro, iban atrás del bote. Raggeti y Pintel, los antiguos miembros de la triplación de Barbosa, en el medio remando. Y por último, Jack abrazando su querido tarro de tierra, y yo, al frente.

-Remas muy deprisa. Se quejó el pirata.

-Y tú muy despacio. No querrás que el Kraken nos alcance. Reclamó el otro pirata, haciendo sobresaltar a Jack por haber nombrado a esa bestia marina.

-Ahorro fuerzas para cuando aparezca. De todos modos, no se dice Kraken. Yo siempre he oído decir Krakan. Comentó Pintel.

-¿Cómo, con dos as? Le preguntó Raggeti.

-Ajá. Respondió asintiendo.

-No, no. Se dice Kroken en la forma escandinava original. Y Kraken se parece más. Afirmó el pirata.

Pintel decidió seguir está conversación sin sentido alguno. -Nosotros no somos escandinavos originales. Já, Krakan.

-Es una criatura mitológica, puedo llamarle como quiera. Opinó el otro, llegando al fin de mi paciencia.

-Será mejor que guardéis silencio hasta pisar tierra, o no llegaréis tan lejos. Comenté con una sonrisa irónica, provocando que la conversación finalizara.

Una vez pisamos tierra y atracamos el bote, me dediqué a contemplar el lugar. Nos encontrábamos en una isla repleta de arena con poca vegetación. Cerca de esta, había otra isla con altos arboles y variedad de plantas.

-Custodiar el bote, vigilar la marea, no toquéis mi tierra. Ordenó mi Capitán al dúo de piratas después de agarrar una pala.

Elizabeth tenía la brújula en su mano, guiándonos al lugar donde se escondía el cofre de Jones.

Comenzamos a caminar hasta la otra isla cuando Elizabeth se frenó en otra zona de arena, dando vueltas sobre si misma.

-Esto no funciona, y desde luego, no indica lo que más se desea. Exclamó mi hermana cansada para luego sentarse en la arena.

Tanto Jack, como yo, nos acercamos hasta ella para mirar el rumbo que indicaba: Justo donde Elizabeth se encontraba.

-Si que lo indica. Estás sentada encima. Le hice ver a Elizabeth para que se moviera.

-¿Perdón? Preguntó extrañada.

-Fuera. Dijo Jack, haciendo gestos con sus manos, consiguiendo que se apartara del lugar.

Señalando la zona le indiqué a Norrigton que empezara a excavar. De algo debía haber servido que viniera con nosotros.

Durante la espera, el Capitán decidió sentarse para meditar. Yo decidí tumbarme con la cabeza apoyada en sus piernas hasta que el excomodoro finalizara su tarea.

Al cabo de unos minutos, se oyó el sonido producido por el metal chocando con otro material. Causando que nos levantáramos rápidamente para observar el hoyo en la arena.

Con las manos quitamos los restos de arena, revelando una caja de metal. La cual, sacamos para poder romper el candado, que nos impedía ver el contenido de la caja, con ayuda de la pala.

Jack abrió la misteriosa caja, mostrando una gran cantidad de cartas y pergaminos. Debajo de todos estos, se encontraba un cofre con detalles de oro y bronce grabados.

Todos nosotros acercamos nuestros oídos al cofre, del cual, se podía percibir el latido de un corazón: el corazón de David Jones. Habíamos logrado encontrarlo, estaba en nuestro poder.

Piratas del Caribe: El cofre del hombre muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora