Niebla

7 1 0
                                    


Puedo notar la niebla ponzoñosa invadir mi geografía. Coloniza mi mente con el objetivo de que me entregue a ella y descanse entre sus raquíticos brazos.

Los ojos se cierran y la tensión desaparece. 

Cae el tótem de entre mis dedos. 

Puedo sentir cómo arden los surcos en mi palma, aquellos que abrió la desesperación, y rezo por que cese. Rezo por llenar mi cabeza con algo que no sea el sabor metálico bajo la lengua. Rezo por la respuesta que Hamlet no se atrevió a recitar. 

Rezo por no ser.

Una sustancia espesa llena rápidamente mis pulmones y me impide respirar. Pero no siento nada. 

Ya no. 

Del resto no puedo decir mucho, me encuentro en un plano abstracto donde la realidad se funde con las ideas. Un plano donde existo y a la vez no. Un plano en el que soy y a la vez no soy.

Poco a poco voy cobrando forma; extremidades que ahora pienso innecesarias coronan un torso inmóvil. Me defino como ser de nuevo y los sentidos vuelven uno a uno.

Hace frío.

Sangre doradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora