Amor de madre

4 0 0
                                    


A pesar de amarnos la una a la otra, nuestro amor no es correspondido. 

Nos desangramos poco a poco con cada roce, con cada mirada. A veces no sé distinguir si gritamos de rabia o porque la distancia nos ensordece. Porque estamos cansadas de esforzarnos o porque lo seguimos intentando.

Me brillan los ojos, ya no recuerdo si por las lágrimas o por la pantalla. 

Veo un frasco de veneno entre mis dedos y solo ansío engullirlo. Vierto el contenido bajo la lengua, bueno, lo intento. Creo haberlo bebido. No estoy segura. 

La vista se me nubla con un dolor punzante, como si me hubiera cortado con algo. Quizás es el veneno. Quizás soy yo. Quizás eres tú. Quizás son las otras tres botellas bajo la cama. 

Hay un cenicero con miel al lado de mi cama para endulzar las palabras. Sólo quedan dos gotas. Lo justo para que mi demente corazón cambie lo que acabas de decir por un te quiero.

Lo justo para que me engañe a acercarme, para dar un paso. Para volver a cortarme con tus tiritas congeladas. Para caminar descalza hacia ti como si confiara que me fueras a acoger en una alfombra de chocolate y canela.

Sangre doradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora