George

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¿ Puedes oírme? Hay una pesada puerta entre nosotros. Supongo que debe ser así. Si no se hubiera cerrado jamás habría sabido nada de ti. De tu lucha.
¿Estás solo? Somos muchos los que nos encantaría darte un abrazo. Apoyarte. Ser soldados en tu causa.
Me parte el alma la rudeza con la que se ha cerrado el gran portón, causando un estruendo que nos ha hecho temblar a muchos.
Algún día todos seremos polvo. Volveremos a la nada que fuimos y nos reuniremos otra vez. Todos seremos uno. Ya no habrá males, penas o injusticias. Tampoco vida, color o alegría.

La muerte solo tiene sentido porque estamos vivos. Mientras aún recordemos a los que se han ido no se habrán ido del todo. Todo por qué nadie decide estar aquí. Por eso admiramos tanto a los que deciden quedarse y luchar por domar sus propias vidas, volverse sus dueños. Como tú.
Por eso nos unimos unos a otros. Para hacer más amena la lucha. Para encontrar nuestro sentido. Nuestro vivir.

A ti te ha tocado irte antes que a nosotros. Otra vez nos quedamos atrás. Trastocados por lo rápido que todo se va. Pero aún no te has ido del todo porque hay mucha gente que te recuerda. Gente que incluso ha encontrado el motivo de su lucha gracias a ti. Gente que ha encontrado una voz y trabaja par que nadie tenga que encontrar su voz bajo unas circunstancias tan dolorosas.

Como un ángel de la guarda estás por delante nuestra iluminando el camino. Somos nosotros los que queríamos ayudarte y al final eres tú quien nos ampara. Gracias por ser nuestro ángel de la guarda.



Este relato se escribió en honor a lo acontecido con George Floyd en 2020

Sangre doradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora