Ella

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Querida niña:

Observo a la niña delante de mí. Es pequeña y delicada. Aunque haya una sonrisa en su rostro de rosadas mejillas y grandes ojos, yo sé que está temblando por dentro por cómo se aferra a su peluche. El oso me saluda desde la protección de los brazos de la joven. Cruzados. Creando un escudo entre él y el mundo. Entre él y yo.

Las trenzas caen a los lados y el flequillo se levanta por el viento de otoño. No debo retenerla mucho tiempo. Va a resfriarse. Pero hay tanto que quiero decirle...

La niña extiende una mano hacia mí y yo me acuclillo para estar a su altura. La mano se mueve lentamente hacia mi mejilla. Temerosa. Con cuidado seca las lágrimas en ella y ensancha su sonrisa, como si quisiera agrandar la mía en el acto. Lo consigue. Un torpe amago de sonrisa aparece entre mis labios.

«Todo va a estar bien» Le susurra mi voz rota. La pequeña, de seis años, lo comprende y asiente con los ojos brillantes. «Lo sé. Confío en tí». Apoya su frente en la mía. «Confío en tí». Sus susurros son tan puros. Tan inocentes. Pero ocultan un mensaje en ellos. Sus palabras confían su futuro en mí. Toda ella confía su ser a mi persona.

Ahora ella también llora. El oso de peluche cae y nos unimos en un abrazo. Yo estoy de rodillas; ella, de puntillas.

« ¿ Sabes quién soy?» pronuncio a su oído. « Sé quién quiero que seas» responde en tono confidencial mi yo del pasado.

Sangre doradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora