Capítulo [26]

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Tendré miles de problemas, pero solo una vida

Masón

Antes de conocer a Alex estaba perdido.

Me sentía solo la mayor parte del tiempo. Tenía a mi hermana, a mis amigos, y aún así sentía el vacío en mi pecho. El popular sentimiento de soledad. Las personas decían quererme, decían que era una persona importante en sus vidas. Que siempre iban a escucharme.

Y eso me convenció.

El problema comenzó cuando ninguna de esas personas cumplió con su promesa. Ninguna de esas personas abrieron un espacio en su corazón para mí. Algo que, en definitiva, me hizo sentir realmente perdido.

Luego conocí a Alex. Ella cambió mi perspectiva, me hizo sentir que era una persona especial. Y, aunque estemos en una situación como esta, a mi pesar la entendía. Si ella quería un respiro era por todos los problemas familiares con los que estaba y no porque yo no la hacía sentir cómoda. Si, trataba de convernceme acerca de eso.

Quería levantarme, hacer algo productivo como prepar una receta. Ir al restaurante y ayudar a Moris, o incluso ponerme a leer. Pero no tenía un motivo para hacer aquello, no había ninguna persona a la que quisiera impresionar. Así que pasé el resto del día en mi cama; durmiendo.

No obstante, no recordaba que tenía de roomie a Ansel.

—¡Buen día bello durmiente! Oficialmente son las cuatro de la tarde —ni siquiera abrí los ojos. Me quedé quieto en mi lugar; hundiendo más la cabeza en la almohada. Sentí el segundo peso de alguien más en la cama—. Mika y yo te tenemos una sorpresa.

—¿Está embarazada? —abrí los ojos.

Mikaela abrió los ojos.

—¡¡NO!!

—Ya —volví a cerrar los ojos y tumbarme.

—Eh... ¡Ya tenemos casa para la fiesta!

¿QUÉ?

—¿Para...?

—La casa es hermosa, logramos conseguir una con lago. Hay para remar, la conseguimos por tres días a un buen precio. Nos tocará de una una suma razonable para que no te asustes, viejo.

Lo había olvidado por completo.

—Pues bien, ahora váyanse. Quiero dormir.

—¿Y a ti que te picó? ¿Alex te dejó tan débil después de una noche salvaje? No me haces tonto, volviste a la una de la madrugada.

Me quedé callado. Simplemente apreté los ojos y esa conversación volvió a mi cabeza.
«Solo será un respiro» había dicho ella. Sin embargo, no lo sentía como un respiro, más bien, lo sentía como una ruptura. Alex siempre hablaba en serio, pero ahora no estaba seguro. ¿Qué pasaba si se arrepentía y de verdad terminaba conmigo? ¿Y si ella no me quiere en realidad? ¿Qué haría yo sin ella? Un terrible vacío encajó en mi pecho.

Me puse de pie como pude, hice del baño y salí a la cocina. Moría de hambre, saqué la bolsa de cereal que estaba en el refrigerador, pero esta cayó al suelo. Chasquee la lengua, estresado y la recogí. La dejé en la barra y me encontré con Mikaela, tenía los ojos entrecerrados y me miraba de una forma extraña.

—¿Qué tienes? Te ves muy jodido.

Le dedique una sonrisa falsa.

—¿Es... tiene algo que ver con Alex? —no respondí, solo me concentré en la cantidad de cereal que estaba sirviendo en el plato. Mikaela también se quedó callada, sentía su mirada pesada en mi rostro—: Se que tiene que ver con ella. Pareces zombie.

Es raro el amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora