Capítulo [21]

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Tengo que controlar lo que quiero


Alex

La cabeza me va a explotar en cuanto abro los ojos. Me agarro la cabeza con ambas manos haciendo presión, ¿me drogué? ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó anoche? Suelto un suspiro exasperado, necesito agua. Me siento en la cama, me doy cuenta que no estoy sola… ¿me acosté con una chica? No, llevo la ropa puesta y…

Dejo caer los hombros al ver que es Atenas, hundo las cejas. Un momento, ¿y Mikaela? Los ojo se me van a salir, miro alrededor, ¡este no es mi…! Me callo al escuchar voces provenientes de afuera, la habitación donde estoy está muy ordenada. Las ventanas están cerradas, es decir, cubren todo el sol que está dando afuera.

Justo cuando me pongo de pie una punzada en mi cabeza estalla, todo da vueltas. Y entonces lo recuerdo, ¡ayer estuve haciendo estupideces! ¿Cómo sé me ocurre bailar en una maldita banqueta? Paso una mano por mi cara, frustrada y con las ganas de morir a mil. Vuelvo a mirar a mi alrededor, ladeo la cabeza observando la foto de unos niños… ¡la habitación es de Mason! Golpeó suavemente mi frente.

¿Qué otro ridículo hice anoche? Lo único que falta es haberme casado.

En la mesita de noche hay un vaso de agua… y alguien ya la ha tomado. Este es el momento en donde entra Christian Grey sudado. Sacudo la cabeza ignorado mis horribles pensamientos, me muevo al espejo de cuerpo entero, extenso y bonito. Hay un mueble que tapa un poco más arriba de la mitad del espejo, es de madera y me llega un poco más arriba de la cintura.

En resumen, parezco una momia con todo el delineador corrido. Lo quito con mis dedos y eso empeora el resultado. Atenas sigue dormida plácidamente en la cama y yo necesito un vaso de agua. Giro la cabeza hacia la puerta cuando escucho voces, son de una mujer y un hombre, eso creo.

No sé en qué momento pensé que era buena idea embriagarme. Lo mejor es que no vuelva hacerlo, estoy en la lista de "mala copa" de por vida. Abro la puerta con cuidado de no hacer ningún ruido. El corazón se me acelera en cuanto escucho las mismas voces de hace un rato.

—Mikaela, estoy hablando en serio. No lo hagas.

Ese es Mason, suelto un suspiro y camino a toda prisa por el pequeño pasillo. El suelo está algo frío pero las calcetas me protegen sólo un cuarenta porciento.

—Tengo hambre. Tu novia está dormida y yo no.

—Mikaela —al escuchar su grito miro la escena un poco confundida. Ambos están peleando por una bolsa de cartón, ella tiene que alzar la vista para mirarlo a los ojos, cosa que no le molesta. Mason está molestó, lo sé por la tensión que hay en su espalda. Mikaela tiene las cejas hundidas y aprieta los labios con fuerza.

—¡¿Qué?! Le compraré otro cuando despierte…

—Estoy despierta.

Se quedan estáticos mirándose el uno al otro. Es ahí cuando Mason aprovecha que está distraída y le arrebata la bolsa de un tirón.

—Buenos días, linda —viene a mi intentando darme un beso, sin embargo, giro la cabeza; enviándolo. Ahora mismo me siento asquerosa.

—Eh…, ¿qué pasó después de… bailar como locas en la banqueta? —Pregunté, Mikaela camino hacia mí empujando a Mason a su paso, quien me miraba confundido. Supongo que por haber rechazado su beso.

—¿Cómo éstas? ¿No te duele la cabeza?

—No, solo quiero saber que pasó —miro a Mason haciendo mohín.

—Atenas se desmayó y después las trajimos aquí. Mikaela durmió con su novio y ustedes juntas —se cruzó de brazos, en ese momento Jason apareció detrás de mí sin playera y frotándose los ojos—. Ah, antes de eso vomitó a Jason y luego se desmayó.

Es raro el amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora