Capítulo 2

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A la mañana siguiente Beom continúo su rutina diaria, despertar, vestirse, desayunar e ir al colegio. Una rutina que ha mantenido desde que tiene memoria. Beom bajo a desayunar tranquilo hasta que siente un brazo rodear sus hombros de forma brusca, asustándolo, se voltea a ver el dueño del brazo encontrándose con el hijo de la directora quién siempre ha disfrutado de molestarlo desde el día uno en que Beom llegó al orfanato.

- ¿Ya no te quedan lágrimas idiota?, escuche que mi mamá ya te dió el aviso de tu desalojo, dime dónde estará tu casa de cartón para visitarte, seguro que si te veo en esas instancias mi corazón se apiadará de tí y tal vez te de alguna moneda - se burló.

- Ya déjame en paz - se quejó Beom liberándose del agarré.

- No te conviene tener una mala actitud conmigo a no ser que quieras que te quite el techo antes de tiempo - amenazó tomando a Beom de su polera. - Ahora sonrie - continúo entrando al comedor del orfanato. Al entrar varías miradas se posaron en los dos, ante eso el hijo de la directora volvió a rodear con su brazo a Beom esta vez más suavemente.

- No te preocupes Beom, seguro que no tienes problemas, sino siempre estaré aquí para ayudarte cuando lo necesites - dijo fingiendo preocupación por Beom.

- Sí...muchas gracias - respondió Beom sintiendo crecer un nudo en su garganta. Ambos continúan y sirven sus desayunos saludando a las cocineras.

- Buenos días niños, sin duda eres una gran persona, Beom debe sentirse aliviado de tener un amigo tan amable, ¿no es así Beom? - saludó una de las cocineras mientras les entregaba un pan con un vaso de leche a cada uno.

- Sí... - respondió Beom a la señora mientras sonreía de manera incomoda. Sentía como los ojos del otro estaba encima suyo vigilando cualquier movimiento o palabra que dijierá.

- Bueno Beom te veo más tarde - se despidió del menor yendo a otra mesa.
La mañana de Beom continúo solitaria como siempre, se fue caminando al colegio porque no tenía dinero para la micro haciendo que siempre llegará unos minutos tarde. El clima estaba como el alma de Beom, apagado, nublado, oscureciendo todo el paisaje, pareciera que en cualquier momento caerían gotas de agua al igual que las lágrimas de Beom. Cuando por fin llegó a su sala el profesor lo detiene antes que llegará a su asiento.

- Joven Cho otra vez tarde, ni siquiera pide permiso para pasar, ni da los buenos días a mí, no tienes modales - habló su profesor enojado.

- Lo lamento, no quería interrumpir la clase, siempre me demoró en llegar porque no puedo pagar la micro - respondió Beom agachando su cabeza avergonzado.

- Deja las excusas, si quisieras llegar a tiempo desayunaría más temprano - reto el profesor a Beom.

- Pero si hago eso no podría desayunar, el desayuno solo es servido a las siete cuarenta y cinco am y las clases inician a las ocho am, no alcanzo a llegar a la hora por la distancia - habló Beom intentando que su profesor entendiera su motivo.

- Ese asunto no me concierne a mí, debe mejorar su puntualidad al igual que sus notas, no quiero verlo dos años más en mi clase - siguió retando a Beom. - Salga de mi salón en este instante y quédese afuera esperando hasta el cambio de hora - ordenó el profesor señalando la puerta a Beom para que saliera, obedeciendo en silencio. Estaba iniciando el invierno y a Beom se le había quedado su chaqueta en su asiento, no podía pensar en nada más en su desgraciada vida, no tiene ningún recuerdo bueno, a pensado en suicidarse pero le tiene miedo a sufrir más por el dolor al intentarlo, ya no quería sentir ningún otro tipo de dolor en su vida.
Después de haberse quedado unos minutos parado comenzó a sentir mucho frío y decidió pasear por el colegio para calentarse un poco.
Podría estar el día nublado pero eso no evitaba que Beom apreciara la belleza del bosque nevado detrás de su escuela. Cuando por fin sentía una poco de consuelo llega otra persona a invadir su escenario sereno.

La Puerta De Mona  - YEONGYU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora