¿Dos chicos enamorados encima de una cornisa? Nadie tiene la menor duda de que pretenden acabar con sus vidas, y el barrio entero entra en acción para impedirlo.
Claro que no todo es siempre lo que parece.
¶ Está historia NO es de mi pertenencia, e...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
12 Taehyung
Yo pasé mucho tiempo con él sin saber quién era en verdad. Claro que no podía reconocerlo: solo lo había visto en televisión o en las fotos de los diarios, pero la imagen en la cornisa era tan pequeña que nadie había podido identificar sus rasgos.
Así que ese día, cuando se presentó en mi kiosco, lo que vi fue un chico como cualquier otro. Lindo, sí, pero no muy llamativo. Vestía jeans y un suéter y tenía el pelo ondulado.
— Vengo por el aviso —dijo, señalando el cartelito que yo había pegado en la pared del kiosco.
Yo estaba buscando a alguien que me ayudara por las mañanas: necesitaba reemplazar urgentemente a mi prima. Pero no era solo eso: el asunto de los sándwiches estaba teniendo más éxito de lo esperado.
Ya había incorporado entonces los de atún y los de pollo con tomate; la preparación me demandaba por lo menos un par de horas en las que no podía atender el kiosco. Además, planeaba ofrecer envío a domicilio por la zona, pensando sobre todo en los empleados de los negocios que no podían salir a comprar.
El cartelito decía: «Se necesita chica o muchacho para atención al público y reparto. Cuatro horas por la mañana». Es cierto que no especificaba la edad, pero ustedes se imaginarán que yo pensaba en alguien mayor. Digamos dieciocho, diecinueve años. Por eso no me tomé demasiado en serio a ese chico con cara de nene. Creo que también por eso tardé tanto en darme cuenta de que era Julieta: pese a todo lo que sabía, yo seguía esperando que los dos fuesen mayores. Esa es una de las tantas confusiones que fueron creciendo y transmitiéndose en la historia de este romance.
Como les estaba diciendo, el me señaló el cartelito y yo me limité a aclararle que buscaba a alguien mayor.
— ¿Qué edad tenés? —le pregunté.
— Estoy por cumplir trece.
— Muy chico —constaté—. Los niños no tienen que trabajar. Después seguí ordenando las galletitas en el estante.
Él, sin embargo, no se movió. Me explicó que acababa de terminar la escuela primaria y quería una ocupación solo durante las vacaciones. Que aunque era menor era responsable. Que nunca se iba a equivocar con los vueltos porque era muy bueno en matemática.
A todo eso le agregó un argumento interesante: tenía un amigo que podría hacer los repartos a domicilio en bicicleta. Y estaban dispuestos a dividirse el salario que yo ofrecía. Así que empecé a tomármela en serio.
Pero no fue ninguna de esas razones lo que me decidió a aceptarlo por el verano: sencillamente, me caía bien. Le ofrecí una prueba, tres días para saber cómo andaba. Recién ahí le pregunté el nombre.
— Kim Taehyung —dijo sonriendo.
Y ni siquiera entonces me di cuenta.
Fue recién en el tercer día de su trabajo cuando algo hizo clic en mi cabeza. En las dos jornadas previas habíamos preparado y repartido volantes por la zona para promocionar el servicio: «Ricos sándwiches caseros a domicilio. Múltiples sabores. Y si no le gusta ninguno, le preparamos el que nos pida». Esto último había sido una idea de Taehyung: que cada uno creara su sándwich. Después lo bautizaríamos con su nombre. Bien pensado, le dije. Para entonces ya me había olvidado de que se tratabade una prueba: Taehyung se quedaba, no había duda.
Les decía que solo en el tercer día caí en la cuenta de que estaba en presencia de Julieta. Habían empezado a llegar los pedidos, y cuando la primera tanda estuvo casi lista el me dijo que iba a llamar a su amigo para que los pasara a buscar.
— Además quiero que lo conozcas —agregó—. Se llama Jungkook.
— Ah, bueno —dije yo distraídamente mientras envolvía uno de queso, huevo y aceitunas. Y de pronto fue como si alguien me golpeara en medio de la frente. Taehyung y Jungkook, Jungkook y Taehyung... Me puse a mirarlo como si fuera la primera vez: el pelo ondulado, castaño, los ojos cafés. Él se dio cuenta de que algo pasaba.
— ¿Por qué me mirás así? —preguntó.
No supe qué decirle. No quería pasar por chismosa.
— Recién tuve la impresión de que te conocía de antes —inventé—. De que tehabía visto... no sé, en otra situación.
Él desvió la mirada.
— No me acuerdo.
— Digo que estuviste en algún lado... que te vi en alguna foto... en otro lugar...
Suspiró. Había entendido.
— Sí, soy yo —dijo.
Se hizo un silencio. Yo lo seguía mirando.
— Supongo que querés que te cuente —adivinó.
Intenté no sonar demasiado ansiosa.
— Solo si tenés ganas.
— Bueno, pero antes te advierto una cosa: la verdad no tiene nada que ver con lo que se dice por ahí.
Y me lo largó sin anestesia, dándome de lleno en la cara con esa desilusión.
— Esto no es una historia de amor. Romeo y Julieta no existen.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-Mxlena 💜
wenz wenaz, tarde pero estoy decidida a actualizar los días q ya dije xdd