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Chuuya conoce el edificio de la mafia de pies a cabeza, ese no es el problema, el problema es el componente humano.

Tiene hambre, debió salir del Suribachi alrededor de las 2 de la tarde, ahora deben ser las 5 o las 6.

Rimbaud le dio dinero, así que irá a comer algo.

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Chuuya camina hacia Mori Corporations mientras come un sándwich que compró en una tienda de conveniencia, se trazó un plan mientras comía.

Mira la torre negra delante de él mientras termina su comida, había olvidado el sentimiento de preocupación respecto a la Port Mafia, igual no es muy fuerte.

Se encoge de hombros, tal vez sea muy confiado de su parte, pero el plan es simplemente entrar y usar el ascensor como una persona normal.

No es tan débil como para tener que emplear ductos de ventilación o tan paciente como para hacer un plan maestro.

Entra al edificio sin prestar demasiada atención y se acerca al mostrador con la recepcionista.

Traga su bocado y sonríe.

—Buenas tardes, señorita— Sonríe —Quiero hablar con Mori Ougai —

La mujer parece ligeramente conmovida por los grandes ojos azules de Chuuya mirándola.

Chuuya sabe que él era adorable de niño, además se ve relativamente normal, no es como Dazai que parece una momia emo o Yumeno, Yumeno es raro solo por existir ¿Por qué sus ojos son tan raros? Dejará eso para más tarde.

—No puedo a menos que tengas una cita — Le responde.

—¿De verdad? Estoy seguro de que él está interesado en lo que quiero decirle— Chuuya hace una mueca triste —¿Podría llamarlo y decirle que el rey de las ovejas quiere hablar con él?—

Chuuya mira de reojo a unos hombres de traje tensarse al escucharlo, uno saca un radio e informa algún código, probablemente sobre que hay un hostil en el edificio.

Chuuya suspira, da un ligero golpecito en la mesa y le sonríe a la mujer.

—¿Sabe qué? No se preocupe, sé cómo llegar de todos modos—

El pelirrojo ve como empiezan a llegar más hombres, a este punto Mori ya debe de saber que está en el edificio.

Se da media vuelta y camina hacia el elevador, es indiferente a si le están gritando o disparando, no le conviene herir a nadie en el edificio, además tiene mejores cosas que hacer, como terminar su sándwich.

También es divertido humillarlos y hacerlos sentir insignificantes.

Presiona el botón del elevador y deja caer las balas al suelo, tiene suerte de que esté vacío y entra.

Presiona el botón del piso más alto y se despide con un movimiento de mano.

Tararea la canción del elevador con la misma tranquilidad de su yo de 22 cada que llegaba al trabajo.

Cuando llega a su piso deseado sale y camina hacia la oficina de Mori, el adulto seguramente ya debe estar ahí o si no, simplemente lo esperará.

Chuuya toca la puerta para verse respetuoso y escucha un "Adelante". Al obtener permiso pasa a la oficina, ve a Mori sentando en su escritorio y no puede evitar sentirse extraño, ya no es su jefe.

—Mori-san— Saluda.

—¿A qué debo el honor de que hayas venido hasta aquí?— Cuestiona Mori —Salvo algunos incidentes, sueles ser más hogareño—

Una historia de rencarnada por: Nakahara ChuuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora