Los deseos

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Cuando me pregunten por los deseos que atracan mi mente les diré que en ellos hay un personaje constante, tú.
Les diré que quiero que te tumbes en mis piernas a fumarte el piti, que me lo apagues en la espalda, que todo lo que quiero en esta vida insana es que te quedes a dormir, que pasen a tu lado treinta años antes de mañana, que me susurres al oído y te abraces a mi cuerpo y no me sueltes nunca.
Quería que cada día fueras mi presente, mi futuro, mi alegría de vivir, que por ti vale la pena arrepentirse, luchar hasta morirse, invitar al descontrol. Y haces que parezca que solo vivía para esperarte, el resto pierde sentido si estás conmigo.
Tal vez usara la palabra ojalá para referirme a mis sueños que quiero que despierten. Tal vez usara ojalá para decirles lo que ahora te escribo:

Ojalá estuvieras aquí
Aquí donde mi insomnio anhela tenerte y mi corazón grita que no quiere perderte, donde mi mente sabe que te necesita y mi alma que te ama, donde habita el olvido que tus recuerdos nunca habitarán porque no saldrán jamás de mi memoria, los que espero no dejar de fabricar. Ojalá estuvieras aquí cada noche, donde una almohada intenta cubrir tu falta, y cada mañana, donde mis ojos buscan desesperadamente los tuyos.
Ojalá cuando se te complique un día cierres los ojos y puedas pensar en mí para relajarte, como un alivio. Y si me ves, abrázame aunque no muy fuerte, que estoy roto, pero abrázame porque te echo tanto de menos...
Quiero que vuelvas para cambiarme la vida a tu manera, que me ames, quiero esconder mis labios en tu cuello, oír tu respiración, solo vuelve. Vuelve pero vete de una vez de mi cabeza, que tus recuerdos siguen en ella y no puedo volver a verte. Ódiame. Ámame si no, pero como odian los amantes. No quiero volver a verte.

Nuestra historia (sin ti)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora