Capítulo 5.

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Estuve pensando en el hombre oculto entre las sombras durante toda la mañana del día siguiente. No presté atención cuando el profesor de matemáticas explicó el nuevo temario, menos cuando el profesor de Inglés contó un lejano intento de chiste, pero tuve que levantar la cabeza cuando la profesora de Economía me preguntó si me encontraba bien. Estaba en las nubes, pero la amnesia no tenía nada que ver con eso; era culpa del hombre. ¿Cómo sabía a ciencia cierta que era un hombre? ¿Por qué no podía ser una mujer? No, no podía saberlo, solo podía intuirlo. Y algo me gritaba que era un hombre. Joven, además.

-¿Qué demonios te pasa, Alice?-exclamó Leah chasqueando los dedos a un palmo de mi nariz-. Llevas todo el día mirando a la nada.

-Mirando a la nada, pensando en todo...-murmuré.

Leah pareció confusa con mi frase. La había soltado sin más. Era verdad que estaba con los ojos mirando a alguna parte pero sin ver, mientras que mi mente divagaba sin rumbo.

-No voy a discutir con tus espasmos poéticos. Llevas todo el día muy rara, más empanada incluso que Jackson.

Todavía no conocía demasiado bien a Jackson, que coincidía en casi todas mis clases, como para saber si era verdad. Podía suponer que Jackson no era un tipo con muchas luces.

-Eso es discutible-respondí.

-Ah, entonces hay una razón, ¿verdad?

Leah se interpuso en mi camino con una mirada acusadora.

No supe qué responderle.

"Verás, Leah, anoche sorprendí a un hombre espiándome desde la acera de enfrente. No se lo he contado a nadie porque una vocecita me dice que no lo haga, que lo que pasó anoche sería nuestro pequeño secreto." Definitivamente no iba a decirle eso.

-Esta noche he vuelto a tener ese sueño. El de los ojos. Eso es todo-intenté bordear a Leah, pero ella volvió a bloquear mi camino.

-No te creo.-Puso los brazos en jarra-. Me ocultas algo. ¡A tu mejor amiga!-me miró de arriba abajo fingiendo desprecio-. Me lo acabarás contando, te conozco demasiado bien.

-Lo que tú digas.

Leah volvió a colocarse a mi lado como si no hubiera ocurrido nada. Sabía que eso no iba a quedar ahí, seguro que volvería a sacar el tema. Intenté quitar al extraño de mi cabeza y actuar con normalidad, como una adolescente normal de diecisiete años en su último año de Secundaria.

Cuando llegamos a la siguiente clase encontramos a Abigail con su novio hablando en un pupitre. Se miraban a los ojos, pero mantenían cierta distancia.

-¿Cuánto tiempo llevan saliendo juntos?-le susurré a mi amiga.

-Dos meses. Como si fueran amigos con derecho a roce pero sin el derecho a roce.

Volví a mirarlos. Ryan no era un tipo muy guapo y tampoco parecía ser demasiado interesante. Su melena rubia le llegaba por debajo de la barbilla, iba a todos lados con la boca medio abierta y solo era un poco más alto que Leah. O sea que mediría sobre el metro setenta y pocos. En todo caso parecían hacer buena pareja. Y, por alguna razón, eso molestaba a Leah.

-No te gustará Ryan, ¿no?-le pregunté dándole un codazo amistoso.

-¿Ryan? ¿Estás de broma? ¿Has visto la cara de caballo que tiene?-dijo con el ceño fruncido.

-Entonces, ¿qué te molesta tanto en ellos dos?

Leah los miró por un instante, pero desvió la mirada rápidamente.

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