Capítulo 11.

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Nada volvió a ser igual desde aquel sábado. En tan solo unos cuantos días mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, pero comencemos por el principio del cambio: una semana después de la visita.

Primero de todo, debo decir que desde que había desvelado que había algo en mi vida que desconocía, mi relación con los que me rodeaban se volvió mucho más desconfiaba. Había confiado en mamá, ¿cómo no vas a confiar en tu propia madre? Pero incluso la persona que menos te esperas te decepciona.

Confiaba en Leah, pensaba que me estaba contando la verdad, que era sincera conmigo, pero, ¿cuántas cosas eran ciertas? Ahora todas las palabras eran una mentira detrás de otra. O, al menos, eso me parecía.

¿Y Liam? ¿Él también me ocultaría algo? A veces, entre semana, venía a mi casa supuestamente para estudiar, aunque realmente nos pasábamos toda la tarde hablando y pasando el rato entre risas y letras de canciones. Odiaba pensar que lo más probable era que él también me ocultara lo que fuera que todos me ocultaban.

Estábamos a jueves y Liam había venido a mi casa con unos cuantos libros en la mochila del colegio.

Recostado contra la cabecera de mi cama, seguía la melodía de una canción con ligeros movimientos de cabeza, mientras yo intentaba terminar los deberes de Inglés.

-Deja eso de una maldita vez, Alice-dijo él, todavía con los ojos cerrados.

Lo miré algo molesta. Sus finos labios estaban curvados en una suave sonrisa.

-Ojalá, pero son para mañana-suspiré.

Liam se levantó de la cama, caminó hasta el escritorio a grandes zancadas y cerró el libro de texto de golpe.

-¡Eh! Enserio, tengo que terminarlo.

Intenté volver a abrir el libro, pero él lo levantó por encima de su cabeza. Lucía una sonrisa mucho más amplia, dejando ver sus dientes.

-Eres una aburrida, Alice Myers.

-Soy aplicada-bufé.

-Pues sé aplicada cuando yo no esté. Enserio, ¿vas a perderte la oportunidad de estar con el tío más bueno de toda la ciudad?-alzó una ceja, divertido.

A veces Liam me sacaba de quicio. No por sus palabras, si no porque sabía que otras chicas no hubiesen dejado pasar tal ocasión. Y no quería que me tomara por una de sus chicas.

-Eres un creído-salté para arrebatarle el libro, pero él se apartó con una risotada.

Me crucé de brazos, esperando que me lo devolviera. Pero a él mi supuesta indiferencia parecía divertirle aún más. Vale, como no recuperase ese libro pronto no acabaría la redacción nunca.

-Liam, dámelo-le ordené.

Se acercó a la ventana, la abrió y sacó la mano con la que sujetaba el libro hacia el exterior.

Retuve un grito.

-Si tanto lo quieres, ven a por él.

Balanceó el libro peligrosamente entre sus dedos. Imbécil... Iba a matarlo.

Me acerqué, estiré el brazo y conseguí cogerlo, pero él no lo soltó.

-Ni se te ocurra tirarlo-lo amenacé.

-No sé...

Lo dejó resbalar un poco. Mierda, si lo soltaba no podría sostenerlo y caería al jardín recién mojado por la lluvia.

-Liam...-Lo fulminé con la mirada.

-Lo entro solo si me prometes que pasarás el tiempo conmigo.

Amnesia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora