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Amor y citas

Camile.

Domingo. Ultimo día del receso.

El día parece dispuesto a ser aprovechado como ultimo respiro de las obligaciones que están por volver a nosotros a causa del nuevo periodo en Bricht. El sol resplandece fulgente, llegando a su punto más alto, y el viento susurra a los árboles una melodía llena de calma.

Mi mano se estrecha contra el viento y se deshace con él; mis dedos bailan con el aire y cosquillean con el calor acariciando la libertad.

El mundo está hecho para ser apreciado por cada uno de nosotros en todas sus formas y fases. Es un espectáculo digno de admirar, donde si sabes mirar más allá de su superficie será capaz de embelesar tus ojos.

Este verano está por llegar a su fin muy pronto. El sol no será tan intenso como ahora y los árboles se desnudarán para la lluvia helada que los arropará...sí, definitivamente el mundo está para ser apreciado en todas sus fases.

Giro mi rostro para observar al pelinegro que conduce a mi lado y deslizo mi mano izquierda por su mejilla acariciándola.

Mechones de cabello caen en su frente casi llegando a sus pobladas y marcadas cejas. Mis ojos se pasean por sus pómulos definidos, su mandíbula y su prominente manzana de Adán para luego, volver su perfil.

—¿Qué quieres hacer hoy? —Pregunta mirando al frente mientras conduce, sin perder el agarre en una de mis piernas.

Enarco una ceja deteniendo el movimiento de mi mano en su mejilla y me cruzo de brazos sin dejar de verlo.

—Me has dicho que tendríamos una cita ¿y no sabes si quiera que haremos?

Edan me ha hecho levantarme temprano con la excusa de aprovechar el día como el último libre de obligaciones.  Así que hemos ido a las diez de la mañana a desayunar al café habitual, donde me atiborre de panqueques y luego, Edan me ha propuesto tener una cita hoy.

El chico a mi lado me da un vistazo rápido y ladea una sonrisa antes de relamer sus incitantes labios. Con un leve movimiento en su hombro le resta importancia a mi pregunta devolviendo la mirada al camino.

—No se me dan muy bien, pero es mejor —dice animado haciendo una pausa—, haremos lo que quieras. —me da una mirada rápida y sonríe al ver mi ceño fruncido — Sin objeciones.

Las expresiones de mi rostro cambian con esas ultimas palabras. Las comisuras de mis labios se alzan maliciosamente. No todo el tiempo tienes a tu chico dándote el control de todo como si fuese lo más normal del mundo y menos si él no suele ser una persona volátil.

Desde que estamos juntos ya hace meses, nunca hemos tenido una cita como tal, con el nombre como tal, así que no puedo controlar el grado de emoción que se instala en mi pecho ante la perspectiva de al fin tener una.

Porque, ¿A qué chica no le encanta que la persona que le gusta la invite a una?

—Eso es algo en lo que no me puedo oponer. Es una oferta muy buena sin duda.

Aprovecho el momento para remarcar el drama en cada palabra que llena la oración mezclándolo con el tono de ilusión que se me escapa.

—Joder, en que me he metido—murmura y yo río por ello. —Piensa rápido entonces, ¿A dónde quieres ir?

«¿A dónde quiero ir?»

Soy consciente de que Edan no conoce mucho la ciudad. Las veces que hemos salido acaparan mi casa, los terrenos de Bricht, algunos cafés y restaurantes, y la colina que es nuestro sitio habitual para deshacernos del mundo.

Muros InquebrantablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora