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Familia

Camile.

Atrapo mi labio inferior entre mis dientes observando al chico que permanece a unos cuantos metros frente a mí. Está de espaldas fumando un cigarrillo y no se ha percatado de mi presencia, así que disfruto ver como la camisa negra se ciñe a sus anchos hombros.

Se da la vuelta mirando sus zapatos negros y dando otra calada al cigarro. Sus labios atrapan el humeante objeto y deja escapar el brote de humo que ha absorbido hace apenas unos segundos.

Levanta la cabeza encontrándose con mis ojos invasivos. Edan queda pasmado en su lugar observándome de arriba abajo con fascinación. Aprovecho el momento para escanearlo ya de frente: su cabello negro como la noche, peinado perfectamente hacia un lado, el perfilado rostro que posee con sus pómulos marcados resaltando.

La elegancia que desprende esta noche manda un cosquilleo por todo mi cuerpo.

—Madre mía, que guapo estás. —sonrío gentilmente acercándome a él, quien sigue observándome con los labios entre abiertos.

—Tú estás...estás preciosa. —su voz sale entrecortada— Demasiado. —puntualiza. Bajo la mirada sonrojada y coloco un mechón de cabello tras mi oreja nerviosa.

No importa que tanto pasé con él, ni todo lo que hagamos, siempre se las arregla para ponerme nerviosa con su intimidante presencia.

Esta noche opté por un vestido crema que da a la mitad de mis muslos, con una abertura circular en el centro de la espalda y un escote discreto en v.

Le sonrío en agradecimiento mientras me observo rápidamente dando una vuelta rápida para acercarme y prendarme de sus labios rosados.

— ¿A dónde me llevarás Collins?

—Déjame sorprenderte al menos.

—Tú siempre me sorprendes.

Me regala una sonrisa ladina tirando de mi mano hacia el auto donde abre mi puerta como todo un caballero.

La cena transcurre de manera agradable, entre risas y anécdotas, más de mi parte que la suya. A Edan no le gusta hablar mucho de cosas del pasado porque siente que ha perdido mucho de su tiempo en cosas que ahora no lo enorgullecen.

— ¿Entonces se dejaron de niñerías y están juntos? —ruedo los ojos por su comentario tan irónico.

—Están intentándolo.

Tiff y Bred al fin se están dando la oportunidad de tener una relación, dejando de lado los miedos de mi amiga a lo serio y el de Bred al rechazo.

Tres días después de mi charla sobre el tema con Tiff, Bred se animó a enfrentarla y debo decir, que mi amigo fue con toda la disposición de hacerla entrar en razón y lo logró.

—Me siento feliz por ellos.

—Yo me siento feliz por nosotros. —menciona casual. Mi corazón da un vuelco por la naturalidad de su comentario. La mirada dulce que me da me hace sonreír como una tonta.

—Que cursi Collins—siento mis mejillas arder—, no lo imaginé de ti eh.

—Ni yo. —hace una mueca con su boca que me hace sonreír con fuerza haciéndolo reír a él en el proceso.

Empieza a rebuscar algo en su bolsillo, seguramente su celular, pero me sorprende colocando una cajita alargada en la mesa frente a mí.

— ¿Qué es esto? —pregunto tomando la caja azul oscuro entre mis manos.

—Ábrelo. —entrelaza las manos encima de la mesa a la espera de que haga lo que pide.

Mis ojos se topan un hermoso collar que alberga lo que parece un zafiro en forma de luna creciente. Es realmente hermoso e inesperado. Gestos así me hacen apreciar mucho más el detalle.

Muros InquebrantablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora