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Miedos

Edan.

Te quiero.

Dos palabras, 8 letras y abarca tanto para su simpleza.

Escucharlo salir de la boca de Camile, me hizo recordar un sin número de cosas, como si la vida me hubiese pasado por el frente en los solo dos segundos que duraron esas palabras.

¿Hace cuánto no te lo decían?

Cuando era pequeño, mi madre solía decírmelo todo el tiempo. Cada que podía la escuchaba hacerlo y yo se lo respondía de vuelta. Cuando fui creciendo ella seguía igual, siempre recordándomelo, pero a diferencia de antes, yo solo la escuchaba, mas no le respondía, no siempre, como solía hacerlo años antes.

Sin duda me arrepiento ahora.

Los únicos te quiero que he anhelado escuchar todos estos años han sido los suyos para así poder repetirle yo esta vez, cada que puedo, lo mucho que la quiero.

La echo de menos.

Es una puta mierda estar jodido. Querer hacer tanto y no poder porque hay sucesos del pasado que te dejaron hecho mierda y con miedos, evitando que puedas exteriorizar con naturalidad tus sentimientos.

Mi madre amaba Estados Unidos. En las vacaciones siempre viajábamos aquí. Era una mujer que amaba la naturaleza, le encantaba descubrir lugares con vistas asombrosas que exhalaran la paz que quería encontrar en las vacaciones luego de tanto trabajo en la empresa.

Yo tenía unos 8 años cuando descubrimos este lugar. Y desde entonces, cada vez que viajábamos aquí, este lugar era una parada obligatoria. No creí traer a nadie porque para mí es sagrado por mi madre, hasta que conocí a Camile.

El recuerdo de su mirada admirada al ver la puesta del sol y la hermosa vista del prado valió cada maldito segundo. Pasar tiempo con ella me hace sentir muy a gusto, no es necesario que hablemos, porque la compañía de ella me es suficiente para estar tranquilo y disfrutar el momento.

La vibración del teléfono en el bolsillo de mis jeans me saca de mis pensamientos, trayéndome a la realidad.

Es John, y solo por esa razón, decido atender haciendo una excepción que es milagrosa porque en momentos así prefiero estar solo, supongo que lo que estoy cargando me supera esta vez.

—Camile estuvo muy ansiosa preguntando por ti.

Han pasado dos días desde que estuvimos aquí. He estado evitándola a toda costa, porque sé que tendré que hablar del tema. Camile es capaz de evitarlo solo por ahorrarme el momento pero no lo merece y no es lo que quiero hacer.

Me estoy preparando mentalmente para enfrentarla, no solo a ella, si no a mí mismo junto con las cosas que habitualmente me joden e ignoro.

— ¿Qué le dijiste?

Que tenías cosas por hacer.

— ¿Se lo ha creído?
Por supuesto que no. Porque no vienes a la casa y hablamos viejo.

John se ha ganado toda mi confianza desde hace años, y a pesar de todo el tiempo que pasamos sin hablar cuando se mudó, sigue teniéndola, la lealtad de este chico es genuina y es algo tan difícil de conseguir en una amistad, sobre todo en estos tiempos donde la hipocresía y el interés abunda.

—Llego en diez.

(...)

Me quedo parado frente a la puerta de la casa de John sin ser capaz de avanzar.

Muros InquebrantablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora