Proverbios 1:8

226 52 42
                                    

"Atiende, hijo mío, las correcciones de tu padre,

y no menosprecies las enseñanzas de tu madre"

Proverbios 1:8

La casa Oliveira-Duarte tenía a dos adultos, una niña de cuatro años y un niño de casi dos años como residentes y a cuatro arcángeles, un demonio y un humano demonizado como visitantes regulares

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La casa Oliveira-Duarte tenía a dos adultos, una niña de cuatro años y un niño de casi dos años como residentes y a cuatro arcángeles, un demonio y un humano demonizado como visitantes regulares.

Gabriel estaba sentado en la alfombra del suelo, sosteniendo un cubo verde y uno rojo. Intentaba darle una "lección de moral" a la criatura. Y era terrible en eso.

—Cuando haces el bien, estás más cerca del Señor —Gabriel elevó el cubo verde—, pero cuando haces el mal eres tú el único afectado, ¿entiendes? —Tiró el cubo rojo al suelo—. Hacer el mal te destruye.

Un pequeño Job, que estaba sentado frente a él, extendió su manito hacia el cubo rojo. Gabriel se enderezó con claro orgullo, pensando que había comprendido.

Luego el bebé se metió el cubo a la boca e intentó descubrir cómo comerlo. El arcángel se alarmó y empezó a forcejear con la criatura para quitárselo sin hacerle daño.

—¡Cómete a los malos, eso es, Jobi! —Miguel aplaudió, aulló y agitó los brazos en el aire, ganándose miradas severas del arcángel Rafael y Hammón—. ¿Qué? Tiene menos de dos años. Si lo que ha entendido es que debe comerse a los malos, suena bien para mí por ahora. Más adelante vamos a ayudarle a entenderlo mejor.

Rafael meneó la cabeza y Hammón se limitó a exhalar. Mientras observaban a Gabriel iniciar de nuevo su "lección", Rommel se inclinó hacia Hammón y le comentó algo sobre el ingreso de un par de docenas de seres humanos en su infierno que después tendría que revisar.

Elle asintió, sin quitarle los ojos de encima al arcángel que "batallaba" con su futuro mesías.

—Oye —Miguel les sonrió a Hammón y Rommel—, ¿cuánto tiempo tendrás al humano contigo? ¿Se puede hacer eso? ¿Podemos hacer eso? —Miró a Rafael de reojo—. Quiero un asistente. ¿Tú no?

—Puedo lidiar con mis tareas solo —repuso Rafael, con calma.

—Pues yo quiero un asistente —insistió Miguel.

Hammón arrugó el entrecejo y tocó el hombro de Rommel con una mano para enviarle una corriente mínima de energía demoníaca. Esto le ayudaba a mantenerse invisible dentro de la casa y a ir y venir del infierno a la Tierra sin complicaciones mientras elle se ocupaba de otros asuntos.

Sólo después de que se marchó, Hammón le respondió a su "hermano".

—Ha dicho que le gustaría quedarse más tiempo, que es el mejor trabajo que ha tenido.

—¿Su mejor trabajo ha sido en el infierno? —Rafael no pudo evitar un bufido de risa.

—Dijo que le gustaba más que atender en un sitio de comida rápida en que lo estaban sobreexplotando —Hammón se limitó a encogerse de hombros.

Ira (Pecados #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora