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Horaci
Son las 11 de la mañana y Diana no sale de su cuarto, tampoco la voy a despertar.
Volkov me escribió hace rato para saber si llegó bien a casa, eso significa que algo pasó ayer, saldrían juntos o algo así, espero que no, y si es un sí, en plan amigos. Volkov es mío, obviamente.
Jack
Me despierto con un gran dolor de cabeza y con un peso encima, es muy grande.
Abro los ojos y veo a Diana en mis brazos, ¿qué habrá pasado anoche? Porque estoy abrazado a ella, solo sé que es perfecto tal y como está. Ella abrió sus ojos
poco a poco, mirándome, y me sonrió.
-¡Buenos días! — se quitó de encima mía dando una vuelta hacia su lado de la cama.
-Oye, ¿te acuerdas de lo que pasó anoche? — esa pregunta me dejó intrigado.
- No, ¿y tú? — ella asintió.
— Pues dímelo. — ella me miró.
- Creo que haría nuestra relación un poco rara, no me apetece. Joder, nuestra amistad. - se levantó y fue al baño, se cambió de ropa y salió.
— ¡Dímelo! — ella se rió.
- Da igual.
No me lo tomé en serio, estabas muy borracho.
- Qué pesada, guardando secretos. — le dije.
- ¿Me lo dices o te meto en las celdas de comisaría? — ella se acercó a mí.
- Me besaste, Conway, dos veces. - me sonrojé al minuto, dejé de mirarla.
— Tranquilo, que no me importa. — la volví a mirar.
- No quiero estar contigo, Diana.
Me da miedo hacerte daño. — ella se y "có a mí y se sentó a mi lado.
— No puedes hacerle daño a alquien ai aue le aueda solo un chico rubio tonto. —Me da miedo hacerte daño. — ella se acercó a mí y se sentó a mi lado.
- No puedes hacerle daño a alguien al que le queda solo un chico rubio tonto. —
ella se rió un poco.
- Eres muy especial, Diana. — ella se giró y me miró.
— No soy especial, soy otra persona más que tiene un pasado de mierda. — le puse una mano en la cintura, ella se acercó a mí y nos fundimos en un cálido beso muy necesitado. Nos separamos por falta de aire. Ella se levantó, abrió la puerta y salió del cuarto.
—¡Hola, Gus! — el chico la abrazó, y Horacio también.
-¡CONWAY! — dijo Volkov corriendo hacia mí, se sentó en la cama de Diana.
— ¿Cómo te sientes? — me miró.
- Me duele la cabeza, pero bien. — él se levantó y me levantó.
- Vamos a desayunar y a patrullar. — después de desayunar fuimos a comisaría todos juntos, allí nos separamos por grupos.
Yo y Diana, Volkov y Horacio, y Gustabo se fue solo a atender denuncias.
- Diana, ¿quieres que salgamos como novios? — le pregunté, ella me miró confundida.
- Claro. — su sonrisa me dejó feliz, ella es como una droga de felicidad.
Fuimos a un robo, al llegar ella hizo perímetro.
- Conway, ahí un tirador, justo ahí. - me señaló el tejado.
- Dispara. — ella disparó mirándome y le dio en la cabeza al tipo que gritó al momento.
- Joder, cómo disparas, eh. — me sonrió y se fue como siempre, yo negocié, luego ella condujo, los cogimos y los llevamos a comisaría. Ella los encarceló, luego ella se fue con Gustabo y yo me quedé haciendo papeleo en mi despacho. Diana
Estoy con Gustabo en su Z comiendo una ensalada del Mercadona.
— Qué asco das, tío. — el se rió.
- ¿Qué dices, tía? Que esto se come mejor así, coño. - cogió un trozo de mi ensalada y se lo comió.
— ¡Que me dejes en paz, es mío, gilipollas! — él me quitó otro, yo le quité una cebolla, ya que es lo que más le gusta.
- ¡Cabrona, tú sí que sabes joderme! - acabamos de comer y fuimos a comisaría. Allí me llamó por la radio.
- Conway/Diana, a mi despacho.
-/10-4/. — pues adiós, puerca. — me fui y subí las escaleras. Una vez arriba, llamé a la puerta.
- Pasa. — entré y le vi de pie apoyándose en su mesa.
- Hola, ¿qué quieres? — él se acercó a mí y me besó, me cogió en brazos y me subió a su mesa. Poco a poco empezó a bajar mis pantalones y yo a desabrochar su pantalón, él se pegó a mí y metió su miembro en mí, y empezó a empujar.
Siguió hasta que ambos llegamos a orgasmo a la vez, él soltó un pequeño gemido. Luego, agarró mi cuello con su mano.
— Conway? — se escuchó a Torrente hablar rápidamente. Él salió de mí y se puso el pantalón, yo me subí el mío. Él procedió a tirar el condón a una papelera cerrada, guardada en un papel para que no se notara que era. Luego, yo me senté en la silla enfrente de su escritorio y él fue a abrir el cerrojo.
- Hola, ¿qué quieres? — dijo cabreado, pero no como siempre, sino un poco alegre.
- Hola, Diana, vengo a daros un caso que acaba de llegar a comisaría, un asesino en serie. — miró a Conway y vi cómo se tapaba la erección con las manos, eso me hizo gracia. Él fue rápido a su asiento y se sentó en él, me miró contento.
—Diana ven aduí. — fui a su silla v me sentó en sus rodillas. Torrente nos miró raro.
- ¿Qué piensas de las víctimas? — leí todo sobre las víctimas.
- Está claro que todas tienen en común que son policías y que van de ciudad en ciudad por todo el mundo. — me moví un poco y sentí su miembro erecto, él me paró, poniendo su mano en mi pierna y me susurró al oído.
— Deja de moverte, que despiertas a la bestia. — me reí y comencé a teclear.
— Todos son de entre 26 y 40 años y, además de eso, todos tienen un puesto alto, son o inspectores o comisarios. — el puso su mano en mi hombro.
- Bien, informa a Volkov y a Greco. Quiero que todos estemos con este caso. Ni el FBI ha podido resolverlo, si lo conseguimos, seremos mucho mejores. — me
levanté y salí de su despacho junto a Torrente.
— Nunca había visto a Conway tan raro. — intenté no reírme.
- Ya está distinto, estará feliz. — fui a mi casa para ver a Gustabo.

✨✨✨No lies ✨✨✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora