IM NAYEON

"Pintemos estrellas"

Orgullosamente soy pintora, el arte es lo que me hace vivir pero no es tan importante como Im Nayeon, mi esposa. Suelo expresar mis sentimientos en mis obras, así que la mayoría son llenas de colores por la alegría que me hacía sentir Nayeon.

- ¿Linda, Que pintas? - Me pregunta caminando hacia mi. - Llevas mucho tiempo en el estudio - Hace un tierno puchero que me derrite el corazón.

- No se, solo me dejo guiar por mi mano. No se lo que resultará.  - Pare de pintar y Nayeon se sentó en mi regazo.

- Deja de trabajar, ¡por favor! - Me rogó pero negué.

- Si paro, se me quitaran las ganas de pintar. - Eso era verdad, si me daba un tiempo perdía todo lo que llevaba, me bloqueaba.

- Esta bien, te dejare pintar sin molestias - Se paró de mis piernas, pero no deje que se fuera.

- "Pintemos estrellas", es lo que me falta, ayúdame. - Le pedí que pintara junto a mi.

- ¿Segura? Arruinare tu pintura. - Negué con la cabeza, ella se volvió a sentar en mi regazo, le pase un pincel con la pintura necesaria, tome su mano y la guíe, estábamos pintando estrellas.

- Esta quedando hermoso amor - Dije, sus ojos brillaron y me sonrió.

- Gracias a ti - Reí y bese su mano.

- Tus hermosas manos hace que quede bonita, le da un toque romántico y perfecto,  se nota el amor.  - Al decir esto Nayeon me beso delicadamente, luego de unos segundos su lengua empezó a moverse a lo cual yo accedí.

- No debemos tener sexo en el estudio linda - Pronuncie al separarme de su boca.

- ¡Ya lo sé!,  solo te besaba - Se quejo ante mis palabras.

- Era un beso muy bueno, se sentía muy bien, pero mis piernas van a colapsar - Nayeony se paró de un brinco y acercó un banco que estaba cerca. El estudio quedaba en nuestra lujosa casa así que era muy grande, como ella es Ídol y yo pintora tenemos un gran sueldo.

- Sigue pintando, te veré mientras lo haces - Asentí y me dispuse a pintar. Después de tres horas había acabado, mi chica se había quedado dormida. La pintura consistía en un lindo paisaje nocturno, lleno de estrellas, montañas y una luna muy bella, estaba lleno de detalles pequeños y grandes.

- Mi amor, despierta...Vamos a dormir, ya es la una de la mañana - La cargue viendo como se despertaba poco a poco. La lleve a nuestro cuarto y la acosté en la cama poniéndole un corto pijama por el calor que hacía.

- Duérmete - Acaricie su cabeza y me acosté a su lado, admirando cada parte de ella a la luz de la noche. Mi esposa era hermosa y valía más que cualquier otra cosa en el mundo, me había propuesto desde que la conocí que la protegería y voy a cumplirlo hasta el día de mi muerte.