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Chapter I. Ojos.

Todos los bebés nacen parecidos ¿No es así? Pero los padres por estar emocionados los aman desde el primer momento diciendo que son «perfectos y hermosos» cuando todos sabemos que realmente no es así ni se le acerca. A pesar de eso, se tiene esperanza que al crecer ahora sí sean tan preciosos tal como se les hacía llamar en sus primeros meses.

Aunque con el paso del tiempo los niños van desarrollando habilidades, cualidades y aptitudes diferentes a través de sus experiencias y errores, pero ¿Y los innatos? Estos son los que aparecen de un día para otro, los que los niños, jóvenes o hasta adultos se dan cuenta que han nacido con ello. No por práctica, no por haberlo aprendido sino es algo espontáneo. Pero las personas llegan a temer los talentos o capacidades desconocidas, aquellas que no son comunes o no se habían visto jamás. Algo tan original y único que hace que los demás le huyan o teman de alguna manera en particular. Algunos se apartan de manera respetuosa u otros de manera ilógica: suelen dar malos comentarios, extenderlos por el lugar o hasta llegar a agredirlos por el hecho de ser diferentes; ser únicos.

Ser únicos es lo mejor que puede existir. No se es raro por saber algo que los demás no, no se es raro por querer hacer algo que los demás no y menos se es raro por ya hacer cosas que a los demás ni por la cabeza les pasa. Si ellos no se atreven ¿Quién lo hará? Ser único y «raro» es lo mejor, no se es igual a todos los demás.

Existe un joven, un joven con una característica peculiar que él francamente considera extraño y a cierto punto le causa inseguridad. Su bella madre le ha hablado de esa característica desde que era un niño y gracias a ello comenzó a amarlo y sentirse especial al ser el único en todo su entorno de poseer aquella hermosa propiedad.

Jeon Jung Kook posee esa peculiar característica de lograr que sus ojos cambien de color, pero no, él no puede controlarlo es algo espontáneo. Aquel joven de 20 años de edad y cruzando una carrera universitaria no puede controlarlo, sus ojos cambian de color dependiendo su estado de ánimo, sus emociones y el sentimiento que tenga en el momento. Al principio lo amaba, amaba con locura sus hermosos ojos que brillan más que los demás, ese brillo especial que su madre y padre adoran con pasión, pero, a causa de que los que le rodean temen de su peculiaridad le han hecho su vida imposible, han logrado que poco a poco su brillo personal se reduzca y ese color basalto grisáceo, pero con el brillo singular sea el presente en sus día a día señalando que la tristeza lo inunda sin poder hacer nada para ocultarlo.

El recordar que han pasado ya 10 años con ello, diez largos años en donde tiene que soportar malos comentarios, que los demás no quieran estar con él o simplemente lo aparten. No ha podido cambiar nada en absoluto. Jeon Jung Kook a pesar de estar cursando su tercer semestre de la carrera en la universidad de Busan, teme de los demás, quiere esconderse o hacerse el más pequeño al ser acosado por extraño, raro o fenómeno.

Nadie comprende que ellos son los raros, los extraños por ser iguales y hacer lo mismo que todos los demás.

El reloj de la mesa de al lado sonó indicando que un nuevo día había llegado. El joven pelinegro suspiró cansado y como cada mañana no tenía deseos de levantarse de aquella calientita cama donde sus delgadas sábanas le pedían que se quedara quieto para poder ser su protección. Mordió su labio recordando que sería un día más de insultos o golpes por ser diferente a ellos.

—Maldición —dijo impulsándose para poder bajar de su preciada cama.

Tomó las cosas necesarias de su armario para así adentrarse al baño a tomar una refrescante ducha para poder sobrellevar el largo día que le esperaba. Terminó en menos de 40 minutos y para ello ya se encontraba terminando de peinar su cabello. Se miró al espejo y esos ojos color miel resplandecían hermosamente por encontrarse sereno y en completa tranquilidad, cosa que duró solo algunos minutos.