Chapter XII. El color nuevo.

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Mientras que el padre de Kim Taehyung daba vueltas y vueltas en su habitación al no poder dormir por solo pensar en cómo resolver la situación de su pequeño hijo, temía que volviera a esa profunda oscuridad de la cual sus hermosos amigos fueron capaces de poder sacar: su hijo comenzaba a dejar de sonreír de la misma manera y cuando no estaba con ellos dentro de casa solo se encerraba en su habitación y no salía para nada. Suspiraba frustrado, tantas semanas pasándole eso y él no lo sabía —Tan idiota —se decía una y otra vez al recordar que mientras él se encontraba en la empresa su hijo se encontraba camino a casa siendo acosado una y otra vez sintiendo miedo y nerviosismo por no saber qué hacer en esa situación.

Finalmente mandó un correo formal a la universidad de su hijo autorizando los días de ausencia en la que se encargaría de hacerlo feliz y castigar al acosador. Kim Taehyung tenía días pensando en faltar a la escuela sin que su padre se diera cuenta para tener un par de días de paz sin esa persona, solo le bastó que Jungkook estuviera en el momento que esto sucediera para que su tristeza y vergüenza por no poder hacer nada le consumieran por completo y hacerlo finalmente. Para él, el más alto se ha vuelto muy importante en su vida; desde aquel primer mensaje hace un par de años donde hablaron de cosas random acerca de Min Yoon-Gi sintió que serían muy buenos amigos, lamentablemente para la conciencia del más bajito se siente muy mal por comenzar a ver al pelinegro de otra manera.

Su sonrisa, su risa, sus bonitas palabras de consuelo, la manera en que cuida a los demás, la manera en la que trata a sus padres, y no se diga de ahora sus preciosos ojos: tan coloridos que le hacen querer verlos una y otra vez hasta el cansancio. Son tan hermosos que quisiera verlos día con día, pero eso no será posible hasta que este se sienta seguro tanto de su vida como de la decisión que desee tomar Jungkook.

Por el otro lado, el pelinegro se encontraba girando levemente en su cama; pasaban de las cuatro de la mañana y en los ratos que podía conciliar el sueño estos eran reflejos de sus malos recuerdos dentro de aquella tenebrosa universidad donde nadie respetaba a nadie ni nadie hacía nada por alguien más. La brisa cálida que entraba por la orilla abierta de la ventana le movía con lentitud su cabello haciendo que finalmente entrara en un estado de sueño como no lo había podido hacer todas estas horas.

Jungkook se encontraba caminando a paso lento en aquel largo y blanco pasillo de la universidad, todo estaba solo y no se apreciaba ningún otro sonido más que el caminar de sus pasos y aquel lejano cantar de los pájaros. Se sentía bien, la brisa era fresca y al mantener sus auriculares a un volumen moderado le hacía sentir en paz, por ellos era reproducida su canción favorita que sin darse cuenta comenzó a tararearla. Su andar se detuvo en la sala de música que más le gustaba visitar en sus ratos libres, al entrar se encontró con todo en perfecto estado; limpio, brillante y en su lugar, optó por tomar asiento frente al gran piano negro que desde que entró ahí soñaba con poder tocar.

La tapa que cubre cada una de las teclas era reluciente, la sonrisa del menor se ensanchó mientras al abrirla miraba las blancas y perfectas teclas alineadas de este. Repasó su dedo índice desde principio a fin provocando las melodías aleatorias del piano causando que su piel se erice al compás de las notas. Miró a su alrededor sin dejar de sonreír, jamás había podido estar en aquel lugar solo, de un momento para otro frunció sus cejas notando algo nuevo dentro de la habitación; una puerta vieja de madera sobresalía de uno de los costados de los ventanales que dan hacia el exterior. Con curiosidad se acercó a dicha puerta tomando la perilla entre sus manos y con un leve giro esta se abrió dejando una vista conocida para él.

La bodega antigua de la universidad.

Temeroso dio pasos para atrás, no quiere siquiera recordar sus malos momentos ahí, pero al girarse nuevamente dispuesto a salir del lugar la habitación en la que se encontraba era ya la bodega antigua. Giró su vista varias veces, pero no encontró ninguna puerta o ventana en la cual poder escapar: únicamente se encontraba una mirilla de ventilación en el techo y ese par de focos con leve corto circuito. La luz se iba y regresaba manteniéndolo en una constante oscuridad; el pánico en sus ojos se hizo notar a través de sus ojos zafiro, cuando de pronto en uno de los apagones de luz los tres chicos que lo golpeaban hasta el cansancio aparecieron a unos pasos frente a él.

« Look at me » KookTae | Mírame ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora