Capitulo 1

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Mehmed no pudo dejar de pensar en la extraña joven que había encontrado en el bosque, era hermosa, pero lo que mas le gustaba de ella, era su tan particular forma de ser, irónicamente lo que mas le había gustado, era lo que le impedía acercarse a ella, su libertad.

Sonrió, verla no seria nada malo y no cometia ningun pecado con ello, solo iría a cazar, podía encontrarla por pura coincidencia.

Tomó entonces su arco y flechas, saliendo del palacio, esta vez sin compañía de nadie.

Caminó por todo el bosque, sin encontrar ni siquiera un rastro de la joven, no había nadie mas que el en ese lugar.

Negó desilusionado, caminando directo al lago, tal vez le sentaría bien nadar un poco antes de volver al palacio, antes de volver a ser un príncipe.

Hasta que de pronto la vio, ahí estaba ella de nuevo, esta vez cabalgando a toda velocidad, con una sonrisa en el rostro, hasta que se detuvo al mirarlo.

— Hey. — ella sonrió, bajando del caballo. — ¿Que haces aquí mal cazador?

La joven hizo una pequeña broma, riendo al verlo fruncir el ceño confundido.

— Estoy bromeando, eres un buen cazador, no tanto como yo, pero lo eres. — ella le sonrió. — ¿Estabas buscandome?

— Si... No. — Mehmed se corrigió rápidamente, negando. — Queria ver si podía atrapar algo hoy.

— Supongo que no tuviste tanta suerte. — ella sonrió, subiendo al caballo de nuevo. — Si ya terminaste, puedo mostrarte un lago aquí cerca, seguro querrás refrescarte.

— Me gustaría. — el asintió, mientras tomaba la mano de la joven y subía tras ella en el caballo.

— Trata de agarrarte bien ¿quieres? No queremos que tu linda cara se arruine si te caes. — ella le guiñó un ojo, antes de soltar una carcajada y comenzar a cabalgar con gran velocidad.

Ambos llegaron casi cinco minutos despues al lago, Mehmed fue el primero en bajar y con toda la caballerosidad del mundo, ayudó a bajar a la joven.

— Podría haberlo hecho sola. — ella palmeó su hombro. — Pero gracias.

— Imagino que así es. — Mehmed le sonrió. — Me intriga saber cuantos talentos ocultos mas tienes.

— Mas de los que crees. — ella sonrió coqueta. — ¿Y tu?

— En realidad no soy tan talentoso, ni tan interesante como lo eres tu. — el sonrió.

— ¿Estas halagandome? — ella sonrió divertida. — Porque creeme, me encanta que lo hagan.

La joven se burló, soltando una gran carcajada, mientras Mehmed la miraba con una sonrisa.

— ¿Donde vives? — preguntó la joven.

— En una granja, está cerca de aquí. — el inventó una mentira rápidamente.

— Tal vez pueda visitarla en algun momento entonces. — ella le dio una sonrisa.

— Oh... Por supuesto, claro que si. — el principe asintió un poco descolocado por la actitud tan confiada de la chica.

— Oye, es un broma, no hablo enserio. — ella acarició su mejilla. — No planeo ir a acosarte a tu granja Mehmed.

— ¿Tu donde vives? — el preguntó.

— En una cabaña cerca de aquí. — ella sonrió. — Vivo con mis dos hermanas.

— ¿Y tus padres? — el la miró confundido.

— Murieron hace años, mi madre fue envenenada, trabajaba en el palacio. — ella recordó. — Y mi padre nos abandonó despues de eso, así que intuyó que ya murió o formó una nueva familia, eso ya da igual.

— Lo siento. — Mehmed la miró apenado.

— Me encantaría seguir hablando, enserio que si, pero debo volver a casa. — ella subió nuevamente a su caballo. — ¿Quieres que te lleve a tu granja?

— No, no es necesario, está cerca, puedo caminar y no quiero desviarte. — el rápidamente negó.

— ¿Estas seguro? — ella lo miró entrecerrando los ojos. — ¿O temes que descubra donde vives?

— Estoy seguro. — sonrió divertido.

— Bien, te veré después Mehmed. — sonrió, despidiéndose, para después partir del lugar a máximo galope.

— Adios Dalila. — dijo para si mismo, sonriendo como un tonto.

Si, definitivamente lo que mas le gustaba de ella era lo libre de su ser.

La siguiente vez que se vieron, ella lo retó a una carrera, una donde ganó por muy poco y solo porque el principe se distrajo con su belleza o al menos esa fe la excusa que había dado al sentirse perdedor.

Después de ese dia, ambos siguieron encontrandose en el bosque, cazaban juntos, ella lo retaba a pelear con la espada e incluso le hablaba sobre asuntos del pueblo, asuntos de los que el, siendo un príncipe, no tenia conocimiento.

Ilyas fingía no darse cuenta de lo que sucedía, pero dentro de el, algo lo llenaba de preocupación y era que el príncipe pudiese cometer un error que lo pusiera en peligro, pues habia jurado ante la sultana Hürrem cuidarlo y protegerlo.

— ¿Su alteza? — preguntó al verlo llegar completamente empapado. — ¿Que le ha ocurrido?

— No fue nada Ilyas, resbalé en el lago. — el se excusó con una gran sonrisa en el rostro. — Estaba intentando cazar.

— ¿Cazaba sin arco ni flechas? — preguntó confundido.

— Eh... — Mehmed no supo que mas responder, mientras la intensa mirada del muchacho se clavaba en el. — Me has descubierto Ilyas.

— Su alteza, solo soy su sirviente y se que no necesita oír ninguno de mis consejos, pero tenga cuidado. — el joven príncipe lo miró, mientras su sonrisa poco a poco se borraba. — Conoce las normas, sabe que ella es una mujer libre y usted es un príncipe, sabe los riesgos que corre si alguien los ve juntos, no es conveniente que vean al gobernante de la provincia estar en una relación con una mujer libre.

— No tenemos ninguna relacion, no debes preocuparte. — el negó. — Solo somos...

Mehmed entonces se quedó callado, ¿que eran? ¿amigos, conocidos? No tenían relacion alguna, solo habían coincidido por algunos días e Ilyas tenia razon, debía acabarse, antes de que alguien pudiese descubrirlo.

 

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La amante del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora