Capitulo 5

1.7K 157 42
                                    

Habían pasado exactamente 4 meses desde que el principe había llevado a Dalila al harén, 4 meses desde que ambos tenían una aventura y 4 meses desde que el mismo principe había sellado su sentencia de muerte.

— ¿Que esperas para cumplir con lo pactado? ¿Que diría Atmaca si te viera tan cariñosa con el príncipe? ¿Ya le dijiste que te acuestas con el? — Ekrem apretaba el brazo de Dalila con fuerza. — La sultana Mahidevran no esperara por mas tiempo.

— Sueltame idiota, mis asuntos personales no te incumben. — susurró furiosa, golpeándolo fuertemente en el rostro, haciendo su nariz sangrar. — Y si vuelves a poner tus sucias manos sobre mi, te mataré.

— Dalila, estas tentando tu suerte y la mia. — la miró molesto. — ¿Quieres que te recuerde lo que pasará si no cumples con tu trabajo? Mataran a tus hermanas Dalila, me mataran a mi y Atmaca te matará a ti cuando se entere que te acuestas con el príncipe.

— El fue quien me metió en esto Ekrem, no puede quejarse ahora que las consecuencias han llegado. — lo miró molesta. — Huye Ekrem, vete de aquí, aun estas a tiempo de salvarte.

— Sabes que no puedo hacerlo Dalila, estoy embarrado hasta el cuello en esto. — el negó. — Te queda solo un mes, cumple con tu parte, yo haré el resto.

— No quiero hacerlo Ekrem. — ella negó. — Mehmed es inocente, no ha hecho nada malo.

— No es Mehmed Dalila, es el hijo de la serpiente rusa y el mayor rival para el príncipe Mustafá, ¿no lo recuerdas acaso? — la miró aun mas molesto. — ¿Te has enamorado de el? ¿Es por eso que ahora te niegas a cumplir con tu parte?

El soltó una carcajada llena de ironía, mirandola mientras negaba.

— No olvides quien eres Dalila, estas comprometida a Atmaca, seras su esposa, no la de un príncipe, sino la de un soldado leal al príncipe Mustafá.

— No me casaré con el después de lo que me hizo, no lo perdonaré jamas. — negó. — Ayudame Ekrem, por favor, ayudame a huir, ayudame a salvar a mis hermanas.

— ¿Crees que podemos escapar de un príncipe y una sultana? O peor aun, ¿crees que podremos escapar de Atmaca? Dalila, por mucho que te ame, no voy a arriesgarme. — el negó tomando su mano. — Solo recuerda que te tienen en sus manos, eres tu o el príncipe, la decisión es fácil.

— Ekrem, Dalila. — Mehmed entró en el lugar junto a Ilyas interrumpiendo la conversación. — ¿Ocurre algo?

— Nada su alteza, la señorita se ha perdido. — negó rápidamente el soldado, mientras Ilyas lo miraba fijamente.

— Bien, ve a hacer tu trabajo soldado. — ordenó Mehmed, aun sin creerle ninguna palabra, dándole una mirada a Ilyas, una que el hombre rápidamente comprendió, asintiendo y yéndose también. — ¿Que hacias a solas con el?

— Me parece que se confunde alteza, no debo darle explicaciones, no soy una de sus mujeres. — Dalila sonrió hacia el, haciendo una mueca de triunfo al ver la mandíbula del príncipe tensarse.

— Si lo eres Dalila, eres mi mujer. — el príncipe la arrinconó contra la pared. — Eres mia, solo mia.

— ¿Lo soy? — le sonrió coqueta, mordiendo su labio, mientras se acercaba lentamente a su rostro provocandolo. — No lo creo alteza, no soy una mujer que tenga dueño, ni mucho menos, si estoy aquí es solo porque quiero estarlo, en cuanto me aburra me iré.

— ¿Crees que dejaré que te vayas? — el tomó su cintura con fuerza pegándola a su pecho. — Me perteneces Dalila, al igual que yo te pertenezco a ti, no importa cuanto quieras negarlo.

— Se equivoca nuevamente alteza. — le sonrió, acercándose a su oido. — No le pertenezco a nadie, pero por ahora duermo en su cama.

— No me tientes Dalila. — sonrió.

— Bien, entonces venga conmigo, quiero ganarle nuevamente, pero ahora en una carrera a caballo. — ella sonrió, saliendo de entre sus brazos, mientras Mehmed reía negando.

— No puedo salir ahora, tengo trabajo.

— Ups, que pena por usted entonces. — le sonrió. — Yo si puedo salir y me apetece completamente pasear por el pueblo.

— No puedes salir sola, está a punto de oscurecer. — negó nuevamente.

— Tal vez uno de sus guardias podría acompañarme. — se encogió de hombros.

— Ni loco lo permitiría. — soltó con rostro serio. — Seré yo quien te lleve.

— Bien, se por donde escapar. — sonrió divertida. — Ilyas no está invitado a nuestro paseo.

— Aun no entiendo porque el no te agrada. — Mehmed negó, siguiéndola por los pasillos, hasta que llegó a una puerta que conducía a unos túneles. — ¿Como conoces este lugar?

— Le dije que mi madre había trabajado aquí. — sonrió. — Conozco este palacio mas que nadie aquí.

— ¿A donde llevan estos túneles? — preguntó el príncipe.

— Depende de que camino tome. — la joven señaló la división frente a ellos. — Uno te lleva a la parte trasera del palacio y el otro nos saca de aquí, termina en el bosque.

— Es bueno saberlo. — sonrió.

— Siempre es bueno saber que caminos tomar para escapar su alteza. — le sonrió con suficiencia. — Y que mejor que conocerlos con una experta en el tema.

— ¿Escapas muy seguido? — preguntó.

— Solo cuando es necesario, siempre que lo sea. — le guiñó un ojo, justo cuando salieron en el bosque. — Tendremos que caminar su alteza, espero traiga zapatos comodos.

— Los traigo. — el rió.

— Bien. — ella lo examinó de pies a cabeza, observando su ostentoso traje. — Quitese eso, dejelo aquí, no queremos que lo reconozcan.

Mehmed la miró de forma extraña, observando como ella sonreía, quitándose de encima las joyas que el le había regalado, quedando en un simple vestido.

— Apresurese. — le sonrió. — Le mostraré como es realmente su pueblo.

Fue entonces que el príncipe decidió obedecer, quitándose el abrigo de encima, quedando simplemente en pantalon y camisa.

— Así está mejor. — sonrió complacida. — Que sea una carrera, hasta el final del camino, quien pierda, será castigado.

— Soy mas rápido que tu Dalila. — el sonrió divertido, estrechando la mano de la joven, aceptando el reto.

— Pero yo soy mas inteligente. — ella entonces lo empujó al suelo, comenzando a correr, haciendo que el solo pudiera reír divertido, observándola alejarse. — ¡Alcanceme si puede!

— ¡Eres una tramposa! — gritó de vuelta, comenzando a correr tras ella, pensando en ese momento que podría seguirla por el resto de su vida si ella quisiera.



¡Gracias por leer!❤

La amante del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora