Capitulo 3

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— Estamos cometiendo un pecado. — Mehmed susurró al ver a la joven retirar su camisa.

— Estoy segura que Allah podrá perdonarnos. — susurró Dalila, volviendo nuevamente a besarlo.

— Aun te puedes arrepentir Dalila. — el la miró a los ojos. — Siempre puedes decir que no.

— ¿Enserio cree que esto es algo que no deseo? — la joven sonrió enternecida, siendo besada nuevamente por el príncipe.

De pronto fue como si fuegos artificiales explotaran, como si los cañones hubiesen sonado, como si hubiese descubierto un mundo que no conocía, tener a Dalila en sus brazos, le mostró cosas que nunca había visto, le mostró lo que era el paraíso.

La noche cayó mientras ambos se miraban fijamente, hasta que la joven se levantó de su regazo, comenzando a tomar sus ropas.

— ¿Que ocurre Dalila? — el la miró preocupado, observándola vestirse. — ¿Estas arrepentida?

— No, no lo estoy, pero me casaré en unos días Mehmed. — la joven sonrió, haciendo que el la mirara confundido. — Esto no es algo que se pueda repetir.

— ¿De que hablas Dalila? — la miró confundido. — Tu no puedes casarte, no después de esto.

— ¿Como dices? — la joven terminó de vestirse. — Estuvimos juntos Mehmed, pero eso no me hace ser de tu propiedad.

— ¿A donde vas? — Mehmed la miró comenzar a caminar, mientras tomaba su camisa, yendo tras ella.

— Voy a mi casa, es tarde. — le sonrió. — Todo esto fue un sueño Mehmed, pero yo tengo que despertar.

Dalila lo miró a los ojos, pensando en que estaba mintiendo, pero no podía seguir con esto, debía buscar al príncipe y cumplir con su misión, la vida de sus hermanas dependía de ello.

— No vas a irte. — el negó, tomándola del brazo.

— ¿De que hablas Mehmed? Sueltame, tengo que volver a casa. — ella lo miró a los ojos.

— No vas a irte a casar con alguien mas después de esto. — el negó. — No cuando veo tus ojos y se que es algo que no quieres.

— Tu no sabes lo que quiero, no me conoces. — la joven negó.

— Te conoceré. — el tomó su brazo, comenzando a caminar.

— ¿Pero que rayos te pasa? — la joven le gritó con fuerza, soltándose de su agarre. — ¿Quien te has creído que eres?

— Soy el príncipe Mehmed, soy quien gobierna esta provincia y tu, tu vas a ir al palacio conmigo. — el nuevamente la tomó del brazo, mientras ella se retorcía, negándose a moverse de ahí.

— Dijiste que eras un granjero, eres un mentiroso. — la sorpresa en el rostro de la joven fue enorme, tenia frente a ella al hombre que debía asesinar, era Mehmed, su Mehmed, el era el príncipe. — ¡Sueltame!

— Vendrás por las buenas o tendré que llevarte a la fuerza. — el la miró con una sonrisa.

— No se atrevería, es un príncipe después de todo, debe de tener modales. — ella lo miró a los ojos.

— ¿Quieres probar? — Mehmed se acercó a ella, desconcentrandose por un momento, observando los labios de la joven. — Vamos a ir al palacio, vivirás ahí a partir de hoy.

— No, no lo haré. — la joven le soltó un fuerte pisotón, comenzando a correr.

Mehmed la observó irse con una sonrisa, mientras comenzaba a perseguirla, ella no iba a escapar de el, no cuando sabia que había algo diferente en ella, podía decir que estaba sintiendo algo mas que atracción por la chica.

— Te atrapé. — Mehmed llegó hasta donde la joven se encontraba, asustandola.

— Pero ¿de donde has salido? — ella lo miró confundida.

— Vamos, el palacio está cerca. — sonrió.

— No voy a ir a ningun lado. — Dalila lo miró molesta.

— Bien. — el príncipe entonces tomó a la joven en sus brazos, lanzandola a su hombro, como si de un costal se tratara.

— ¿Pero que le pasa? — ella gritó. — Bajeme ahora.

— ¿Ahora me hablas de usted? — el sonrió divertido. — Te gustará el palacio, es grande y estarás cómoda ahí.

— ¿Le parece que soy alguien que estaría comoda en un palacio? — ella preguntó molesta, pero no con el, sino molesta con el mundo entero, pues el parecia una buena persona y ella no quería lastimarlo. — Se arrepentirá si me lleva a ese lugar.

— Lo dudo. — sonrió, bajándola al ver que ya habían llegado. — Te gustará, tendrás vestidos bonitos y esas cosas.

— Odio los vestidos, son incómodos, no me permiten cazar. — negó.

— No tienes que hacerlo mas. — sonrió Mehmed.

— Está cometiendo un error al traerme aquí. — ella lo miró. — Soy una mujer libre, usted sabe que está mal que me traiga al palacio y es mucho peor que me meta al harén.

— Eso es problema mio Dalila. — el sonrió, mientras Ilyas se acercaba a ambos, con una mirada de desaprobación en el rostro.

— Su alteza. — lo miró pidiendo una explicación.

— Dalila será nuestra invitada en el palacio por un tiempo. — sonrió. — Que nadie se entere Ilyas.

— Como ordene su alteza. — asintió el soldado, mirando fijamente a la mujer, la misma que el creía seria la perdición del príncipe.

— Esto fue un rapto, no una invitación. — ella lo miró molesta, viendo al soldado irse.

— Son cosas similares Dalila. — le sonrió. — Vamos adentro.

La mujer lo miró a los ojos, sonriendo, hasta que recordó todo, el era su misión, debía concentrarse en eso y dejar fuera el amor, no podía darse el lujo de ilusionarse con un romance, no cuando tenia claro lo que debía hacer, ella era una sobreviviente, debía recordarlo, pues Aybige y Belma contaban con ella, no podía fallarles.

— Como ordene alteza. — ella sonrió, tomando nuevamente su determinación.

Estaba escrito, los inocentes a veces debían pagar por pecados que no habían cometido, así era el mundo, con frecuencia demasiado injusto.


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Dalila se metió en un problema enorme :(

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Dalila se metió en un problema enorme
:(

La amante del príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora