Atmaca sacó un frasco, entregándoselo.
— Unas gotas en su comida serán suficientes para matarlo y si Ilyas se interpone, deshazte de el, sabes como hacerlo. — la miró. — Te estaré esperando para convertirte en mi esposa, mi querida.
Dalila lo miró a los ojos, se sentía enferma, asqueada de quien era, ¿como podría seguir con vida después de aquello?
— No me mires así preciosa, era necesario, estabas perdiendo el rumbo. — se agachó a su altura, acariciando su rostro. — Te amo, no quiero que te maten, me niego a perderte, por eso hago esto, mas vale una solución cruel a tiempo que perder la vida, lo sabes, me amas de la misma forma y dijiste estar dispuesta a todo por mi, es momento que lo demuestres.
La rubia se soltó de su agarre con violencia, apartandolo de su lado.
— Quiero el trabajo listo mañana, Dalila, la campaña del sultan a Viena se aproxima, ahí va a morir, necesitamos que Mehmed ya no esté en medio. — le recordó. — Ya sabes que pasará si no cumples con lo pactado.
— No puedo envenenarlo, me culparian de inmediato. — negó. — Por favor Atmaca...
— Entonces traeré un ejercito para mañana en la noche, asaltaremos el palacio, el principe Mehmed moriría y también Ilyas, después desapareces. — ordenó. — Solo procura que esté en sus aposentos al anochecer y encargue de matarlo, nosotros haremos el resto.
El hombre se alejó, llevándose a los guardias con el, dejándola sola, ahí en el suelo, con ambos cuerpos.
El reloj siguió corriendo y los primeros colores del amanecer se hicieron presentes, mientras Dalila seguía arrodillada en el suelo, observando los cuerpos de Belma y Ekrem.
Habían muerto por ella, ambos, el por ayudarla a huir y ella por sus malas decisiones.
Abrazó mas fuerte el cuerpo de su hermana, retirando los cabellos de su rostro.
— Lo siento. — murmuró, acariciando su rostro. — Debía cuidarte, prometí hacerlo... Yo prometí estar siempre a tu lado.
Pequeñas lágrimas se deslizaron por su rostro y la abrazó mas fuerte.
— Perdoname, por favor, yo no quería... Nunca quise eso para nosotras. — negó, dándole un beso en la frente. — Te prometo que mantendré a salvo a Aybige, lo juro, haré lo que sea por ella, me quemaré en el infierno por ella y mataré a quienes te hicieron esto, lo juro, esta tierra los verá morir también y su sangre correrá por las raíces de estos arboles, te prometo que lloraran lágrimas de sangre y haré que ardan en las llamas de la venganza, los mataré a todos, lo juro hermana, te juro que tu muerte la lamentará todo el imperio.
Tomó el colgante de su cuello, poniendolo en ella esta vez, para después ponerse de pie y cargarla hasta lo profundo del bosque, estaba amaneciendo, no tardarían en notar su ausencia, el principe ya no demoraría mas en hacerlo.
Encontró un espacio al fin y comenzó a cavar, quitando la tierra con sus propias manos, notando como la luz del sol comenzaba a distraerse entre las hojas.
— ¡Dalila! — escuchó a lo lejos, era Mehmed, estaba cerca.
Tomó un respiro, controlando sus nervios, mientras seguía cavando, escuchando la voz de algunos guardias mas cerca.
Perdió rl control por un momento, justo cuando Ilyas llegaba hasta ella, desenfundando su espada al ver el cuerpo de la mujer a su lado.
— Quedate quieta. — exigió y Dalila levantó las manos, mostrándoselas. — ¿Que hiciste mujer? Mataste a Ekrem, ¿quien es esa mujer?
— Yo... — su respiración se agitó, sintiéndose de pronto muy mareada.
— ¡Dalila! — Mehmed corrió hasta ella, mirándola con preocupación, estaba cubierta de tierra y sangre. — ¿Que ha pasado?
— Yo... — lo miró fijamente y su cuerpo no pudo tolerarlo mas, no pudo mantenerse en pie por mas tiempo, desmayandose en el acto.
— ¡Dalila! — gritó Mehmed, tomándola entre sus brazos. — Despierta, vamos, despierta.
Mehmed la tomó en sus brazos, apresurandose a avanzar.
— Encargate de esto Ilyas, tengo que llevarla al palacio. — ordenó.
— Pero su alteza... — murmuró.
— Es una orden. — no lo miró, sino que siguió avanzando, sintiendo como todo parecía ir mas lento, no podía entender que había pasado y esperaba por Allah que no fuese algo tan malo, no podría perder a Dalila, ya no, no después de amarla con tanta locura.
•~•~•
— Necesito una doctora. — Mehmed entró al harén, escandalizando a algunos aghas y a las mismas doctoras, quienes le quitaron a la mujer de los brazos, llevándola hasta una cama.
— Tiene que salir su alteza, nos encargaremos de ella. — la doctora le informó, cerrando la puerta.
Los minutos parecían ser eternos detrás de aquella puerta y el principe solo podía quedarse ahí, rezando porque nada malo le hubiese sucedido a ella, porque si, rezaba como nunca lo había hecho, solo por ello.
— Su alteza. — Ilyas llegó hasta él.
— ¿Que pasó? — preguntó, deteniéndose a mirarlo.
— Me hice cargo del cuerpo de Ekrem y de esa mujer. — informó. — Estuve investigando y Ekrem dejó su puesto a la mitad de la noche alteza, estaba huyendo, llevaba todas sus pertenencias con él.
— ¿Quien pudo haberlo atacado? — preguntó.
— Su alteza, la señorita Dalila estaba escapando con él. — lo miró a los ojos.
— No es lo que te he preguntado Ilyas, ¿quien era esa mujer? ¿quien atacó a Ekrem? — lo miró de forma inflexible.
— Creo que pudieron ser bandidos, ladrones, tal vez intentaron robarle y el peleó con ellos. — suspiró. — Tal vez la señorita Dalila pueda contarnos con mas detalle cuando despierte.
— No vas a interrogarla. — negó.
— Su alteza, la sultana Hürrem...
— La sultana Hürrem no va a enterarse de esto, yo lo resolveré, tu estas aquí para servirme a mi, no a ella. — lo miró fijamente.
— Como ordene alteza. — hizo una reverencia, alejándose, mientras negaba, no iba a permitir que el principe cometiera otro error, debía informar a la sultana, no importa que el lo condenara por ello, estaba ahí para mantenerlo a salvo y planeaba cumplirlo, así fuera de si mismo.
Dio una última mirada, notando como la doctora salía de los aposentos y se dirigía al príncipe.
Prestó atención, observando como sus facciones se endurecian mientras asentía, para después sonreír suavemente y adentrarse en los aposentos.
Negó, esa mujer iba a ser su perdición y el no podía permitirlo, tenía que sacarla del camino y nada mejor que descubriendo quien era y que motivo la había llevado hasta ahí.
Descubriría todo y la sacaría del camino del príncipe, el estaba destinado a la gloria y en ella, no había espacio para errores, ya no.
¡Gracias por leer!♥
Los amo, besos ✨
Capitulo resubido porque tenia algunos errores :)
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La amante del príncipe
Fanfiction~ Dalila, una mujer musulmana libre. ~ Mehmed, un príncipe de la dinastía Osmanlí. "¿Como no iba a enamorarme de ti? Solo mírate, eres la razón por la que un ángel quisiera pecar y por la que un demonio quisiera redimirse." Saga "Principes de la di...